La vista en el cielo cubierto. El olfato en la piedra mojada. El tacto sobre un abrigo impermeable. Y el gusto de unos labios deshaciéndose entre los míos. Cuatro sentidos devotos de aquel instante que quedó grabado para siempre en mi memoria. Santiago de Compostela y la lluvia de aquel verano de 1999. El primer momento en el que amé de verdad. ¿Has amado alguna vez? Yo amé por primera vez en ese instante. No te diré por qué estoy tan seguro. Sí te diré que ambos lo supimos en ese momento. Sí te diré que ese momento trascendía la metafísica. Sí te diré que Dios existe. Que Dios era aquello que atravesaba nuestro cuerpo y nuestra mente.
También te digo que ese amor no fue eterno. Terminó hace más de cinco años. Pero aquel instante sí vive en la eternidad. Cuatro sentidos se anclaron en cuatro pequeñas cosas: un cielo nublado, unos muros milenarios, un abrigo sintético y unos labios como tantos otros labios. Quedó libre un sentido. No había música. Tiempo después, una canción me ayuda a recordar la intensidad de un instante tan fugaz como eterno.
11 mayo 2006
Chove en Santiago
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Now that´s sweet.
hey!!!!!! luar na lubre
lelille
Ayyyyy, bribooooon...que estas hecho un gañaaaaa!!!!!que pasa artista? le das a la sardina cuando recuerdas esos tiempos???
Queeee....el de antes soy yo, PACO MAKINOFF; que se me fue la mente pa Constantinopla. ( cosas mias, delirios..)GAAAAAAAAAAAÑAAAAAAAAAAAAAAAAN, pájaro.
camaleón!!! camaleón! (por este texto tuyo)
ayer lo pasamos bien, eh?
muakisss
nico
Publicar un comentario