29 junio 2008

Podemos (II)

(continuación de Podemos I)


- “¿Oiga…? Fast Pizza, que si desea algo…”
- “Sí, ehm, perdón. Quería hacer un pedido”
- “A qué dirección”

Era como si un ángel le estuviera susurrando al oído. Con mala leche, pero con un tono absolutamente seductor. Y él estaba a punto de contestar “jamón y pepperoni”.

- “Calle del Pinar número seis, tercero derecha”
- “¿Qué desea?”
- “…Está al lado la calle. Es aquí en el barrio, al ladito del Fast Pizza… Calle del Pinar, justo ahí…”
- “Sí, ya lo sé. ¿Qué iba a pedir?”
- “Ehm… bueno, pensaba pedir una pizza de jamón y otra cosa, pero es que no sé, igual no…”
- “Oiga, esta noche hay partido, es domingo y se me sale el trabajo por las orejas. Si sabe lo que va a pedir dígamelo y si no piénselo y vuelva a llamar”

Rubén estaba a punto de perder el contacto auditivo con el cielo. Olga, la dueña de aquella voz celestial, colgaría ante la próxima duda. Así que tiró hacia delante sin saber cómo prolongar la conversación.

- “Sí sé lo que quiero, señorita. Una pizza mediana de jamón y pepperoni”
- “¿Jamón y qué?”
- “Pepperoni.. ¿le parece vulgar?”
- “No, no me parece nada. Es que aquí hay mucho ruido y no le oigo”

Era indudable que Rubén no le estaba cayendo nada bien a la tal Olga. Pero con esa voz estaba dispuesto a perdonárselo todo. De hecho estaba dispuesto a que a él, después, tuviesen que perdonarle algo.

- “Pues si no me oye bien tal vez debería bajar a la tienda a hacer el pedido personalmente”
- “Por mí puede hacer usted lo que quiera”
- “Ehm… ¿sigue la oferta del dos por uno?”
- “Esa, y la de segunda pizza a mitad de precio. Y otra muy especial para días históricos como hoy, con España en la final de la Eurocopa…”
- “¿Qué oferta?”
- “La de dejarme trabajar tranquila por el irresistible precio de cero euros”

Rubén tardó un rato en colgar el teléfono. A pesar de que Olga lo colgó varios segundos antes. Ya no tenía ninguna duda: bajaría a la tienda a conocer en persona a la dueña de aquella voz de diamante.


(continuará...)

28 junio 2008

Podemos (I)

Se le presentaba un cumpleaños extraño. Por un lado sobrado de emoción, con la selección española jugando la final de la Eurocopa. Por otro lado aburridísimo, con su novia en Galicia, en uno de esos congresos de la empresa. Rubén se había quedado solo en casa el día en que cumplía 30, sin nada más que hacer que esperar en calzoncillos la hora del partido. Sin ganas de salir y menos aún de cocinar, puso la tele para ir haciendo tiempo y pidió una pizza.

- “Fast Pizza, le atiende Olga, ¿qué desea?”

Rubén, despeinado desde primera hora de la mañana y sin afeitar, se sintió por un momento avergonzado de su aspecto. La culpa la tenía la voz que lo atendió al otro lado del teléfono. A escasos doscientos metros de su casa, una chica tomaba los pedidos de las pizzas con una voz tan de color azul turquesa que Rubén estuvo a punto de disculparse, colgar y volver a llamar con los pantalones puestos. La tal Olga, que a buen seguro cobraba una miseria, tenía la mejor voz que Rubén había escuchado en cualquier emisora de radio, película doblada o línea erótica, y conocía unas cuantas voces de los tres gremios. Voces asalariadas por las que cobran sus propietarias, pero que no se podían comparar en suavidad, sofisticación y carácter a la de la chica que estaba a punto de anotar "pizza mediana de jamón y pepperoni" junto a la dirección de Rubén. Su curiosidad fue tan grande que, abandonado por su chica el día de su cumpleaños, decidió entregarse por una noche al timbre de una voz femenina.


(continuará...)