20 enero 2007

Al máximo

-"Perdona, chica, es que a veces se me olvida que tienes novio... de ahí viene todo, ¿captas? A veces hasta se me olvida que yo también tengo novia..."

Julián se estaba metiendo en un jardín, y a punto estaba de meterse también en un lío. El caso es que donde él quería meterse no había manera de hacerlo. Su compañera Esperanza, una rubia espectacular con la que compartía despacho, le acababa de llamar por teléfono para pedirle que, por favor, dejara de comportarse así en horas de oficina.

-"En serio, Espe, a veces se me olvida, y claro, cuando se me olvidan las dos cosas a la vez pues es cuando digo todas esas tonterías, pero vamos, que no te preocupes... Lo capto. O sea, que lo siento si te he molestado, pero que no es por nada, ¿captas? Solamente es eso, que soy un poco así, ya sabes, como que no sabes por dónde te voy a salir..."

Ni él mismo sabía por dónde iba a salir de ahí. Lo de Julián no era mala fe, era simplemente una forma de entender la vida. Con ella, con la vida, había firmado su único compromiso serio. El compromiso de vivir cada momento intensamente, dejando en un segundo plano todo aquello que él consideraba chorradas, aunque para mucha gente esas chorradas ocuparan los puestos más altos de sus listas de prioridades.

-"Pero en serio, que no te preocupes. Que tienes razón. Se acabó, si es que soy como un niño grande, pero en serio..."

En realidad, más que un compromiso con la vida, lo que había firmado Julián era un seguro contra la muerte. Puesto que todo algún día se iría al carajo, Julián prefería ser previsor y apurar cada instante al máximo, para que cuando vinieran las vacas flacas en ataúd y mirase atrás, hubiera cotizado algo más que dinero y estabilidad. Para este adolescente de 35 años lo único estable era la muerte que, lo quieras o no, nos espera a todos detrás de esos planes de hogar, poder y fama tan presentes en las agendas de tanta gente.

-"Esperanza, discúlpame, no quiero volver a molestarte, si es que..."
-"Julián, si no me molesta... No me entiendes, sólo te pido..."
-"Sí, que deje de comportarme así en horas de oficina. Si te entiendo, de verdad, si es que a veces..."
-"En horas de oficina, exacto... ¿Captas tú ahora?"
- "¿Cómo?"
-"Que si nos vamos a tomar algo..."

(Esta historia continuará... en miles de vidas)

15 enero 2007

Hoy he vuelto a rezar

Cuando se acerca el final rebrota la fe. La divinidad y la ceremonia surgen con la primera visión de la nada. Hoy he vuelto a rezar. Por aquellos recuerdos que sé que morirán pronto. Por nuestra historia que, si comenzó, me pilló ausente y apestado de excusas. Una oración por el eterno descanso de todas esas tardes que no pasamos juntos en el salón, escuchando un disco, acariciando tus manos sobre el piano. Plegarias infinitas por el sol que habría entrado por el ventanal mientras hacíamos el amor sobre las teclas negras y blancas, componiendo la sinfonía de lo que pudo ser y, si fue, me pilló ausente y apestado de excusas. Un salmo de cuerda percutida entonado por tu voz divina y ceremoniosa. Divinidad y ceremonia ante la nada que se avecina. Porque todos esos recuerdos, mi dulce amor, van a morir muy pronto. Estuve ausente, apestado de excusas. Pero te libré del mal. Amén.


11 enero 2007

Feliz aniversario, Sr. Presidente

"Estimado Sr. George W. Bush,
Ahora que está a punto de cumplirse el 5º aniversario del campo de detenidos de Guantánamo, quiero felicitarle a usted por varios motivos:

1. Por habérselas arreglado para mantener un centro de detención ilegal abierto durante tanto tiempo ante la pasividad de la comunidad internacional;
2. Por intentar reducir a cenizas la Convención de Ginebra, después de más de medio siglo de vigencia;
3. Por haber descubierto que hay seres humanos sin derechos humanos;
4. Por mantener bajo detención prolongada a cientos de detenidos sin cargo ni juicio, permitiendo las torturas y los malos tratos;
5. Por hacer desaparecer a un número desconocido de personas, y por hacerlo, eso sí, en nombre de la libertad;
6. Por haber conseguido que sean admisibles las pruebas obtenidas mediante tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes;
7. Por conseguir que muchos países, entre ellos muchos de Europa, le presten sus bases y aeropuertos para dichos propósitos.

Por todo ello, le hago llegar mis felicitaciones. Pero de paso, también le envío mi más airada condena y rechazo a la existencia de Guantánamo y el resto de centros de detención.
Le exijo a usted que cierre el centro de detención de Guantánamo y que libere a los detenidos a menos que los acusen de un delito común reconocible y los juzguen de conformidad con las normas internacionales de justicia procesal, en un tribunal que no imponga la pena de muerte".


Guantánamo es esto

06 enero 2007

Vero y el bombero

"¿Qué te han traído los Reyes?", le preguntan a Veronique cada 6 de enero. Ella siempre dice "nada", aunque no es del todo cierto. Los últimos años, los regalos que había recibido no eran para compartirlos. Desde que su gatita "Terrace" se cayó del balcón un 6 de enero hace cinco años, el día de Reyes era un día maldito para Veronique. Al año siguiente su novio la abandonó antes de comer el roscón. Un año después perdió en el fregadero el anillo que le había regalado su abuela materna. A los siguientes Reyes sufrió una fractura en la rodilla tras tropezar en la escalera y el año pasado vio cómo el banco se llevaba su colección de música por no poder pagar un crédito. Todas ellas, desgracias acontecidas en su casa y en la misma fecha, así que, por un momento, Vero estuvo tentada de pasar la noche de Reyes sola en un hotel.

Pero no lo hizo, y amaneció el sábado bajo una espesa nube de humo. El monóxido de carbono inundaba su dormitorio y Veronique se vistió con lo primero que encontró: el vestido de la última nochevieja. No había sido el incendio, sino un bandoneón al otro lado de la puerta interpretando con brío las notas de la cumparsita lo que la había despertado antes de que fuera demasiado tarde. Salió del dormitorio y allí, en medio del salón, estaba el hombre que la había salvado del inesperado incendio. Un apuesto bombero bajo un sombrero color burdeos apagaba las últimas brasas de la última desgracia en la vida de Veronique. Tiró el extintor, arrojó su sombrero y se dirigió hacia ella entonando la vieja estrofa:

"Con permiso, soy el tango.
Yo soy el tango que llega
por las calles del recuerdo.
¿Dónde nací? Ni me acuerdo...
en una esquina cualquiera;
una luna arrabalera
y un bandoneón son testigos.
Yo soy el tango argentino,
cuando guste y donde quiera"


Foto: Unión Tanguera, Biennale de la danse 2006 (Lyon)