01 mayo 2006

Nuestra noche en el Helmsley

Era de noche cuando llegué al hotel. El bullicio de la calle 42 me había alterado la conciencia. Ya conoces ese ruido que purifica y contamina el alma al mismo tiempo. Una inyección de vida que va matando, pero que agradeces a la vez que te hartas de él. Ese ruido, ese barrio, sabes que me encantan. Me invitan a relajarme y a reflexionar, y cuando subí a la habitación deseando hacer ambas cosas, allí estabas esperándome. En silencio. A través de la ventana, tu silueta parecía más mía que tuya. Una cena, un poco de tele en español y me senté en la más absoluta calma a contemplarte toda la noche. Cuando me metí en la cama no podía quitarte de mi mente. En lugar de dar vueltas entre sábanas de hotel decidí sentarme de nuevo y examinarte despacio una vez más. Elegante, diferente. Me maravillas. Hoy cumples 75 años y estás igual de bien, tal vez mejor. Ya han pasado siete años pero recuerdo bien nuestra noche, en la que no quise dormir. Felicidades.

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