Era de noche cuando llegué al hotel. El bullicio de la calle 42 me había alterado la conciencia. Ya conoces ese ruido que purifica y contamina el alma al mismo tiempo. Una inyección de vida que va matando, pero que agradeces a la vez que te hartas de él. Ese ruido, ese barrio, sabes que me encantan. Me invitan a relajarme y a reflexionar, y cuando subí a la habitación deseando hacer ambas cosas, allí estabas esperándome. En silencio. A través de la ventana, tu silueta parecía más mía que tuya. Una cena, un poco de tele en español y me senté en la más absoluta calma a contemplarte toda la noche. Cuando me metí en la cama no podía quitarte de mi mente. En lugar de dar vueltas entre sábanas de hotel decidí sentarme de nuevo y examinarte despacio una vez más. Elegante, diferente. Me maravillas. Hoy cumples 75 años y estás igual de bien, tal vez mejor. Ya han pasado siete años pero recuerdo bien nuestra noche, en la que no quise dormir. Felicidades.
01 mayo 2006
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