19 diciembre 2008

Cuestión de tiempo

Dentro de veinte años, si el asteroide Apophis llegase a chocar contra otro pequeño asteroide que atravesará su órbita, su trayectoria podría desviarse hacia la Tierra, donde impactará con una fuerza devastadora equivalente a la de 40.000 bombas nucleares; existe una posibilidad entre 37 de que esto suceda en el año 2029. En las próximas décadas, el aumento de las temperaturas provocado por la emisión de gases contaminantes a la atmósfera provocará fenómenos meteorológicos extremos, alterará las corrientes de aire y elevará el nivel del mar, con la consiguiente desaparición de las actuales costas; si se cumplen las previsiones, para el año 2100 los océanos habrán crecido entre 100 y 125 metros. Cuando el Sol haya consumido todo el hidrógeno que alberga en su interior y lo haya transformado en helio, la presión será tan grande que su núcleo se contraerá, las capas exteriores se dilatarán y la estrella se expandirá hasta tragarse la Tierra a una temperatura de 100 millones de grados centígrados; esto sucederá, sí o sí, dentro de 5.000 millones de años… Y tú vas ahora y me montas este pollo porque habíamos quedado para comer y he llegado una hora tarde. Cariño, ¿no ves que estás sacando las cosas de quicio?

18 diciembre 2008

No soy Earl (IV): crematorio femenino

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No quiero quitarme culpa acusando a nadie en mi lista, pero el cerebro de esta mala acción en el colegio no fui yo, sino mi amigo Nico, gran aficionado a vacilar al personal. Esta broma cuenta con algunos de sus elementos preferidos: huesos de pollo y alboroto con los muertos. Pero elegir el baño de las chicas para hacerlo imagino que fue cosa mía.

– “Sembré el pánico en el baño de las chicas”

No era la primera vez que Nico sacaba comida a escondidas del comedor. Una vez metió un rábano en la cajonera de un compañero y otro día dejó una salchicha entre las tizas del profesor. Pero aquel día había pollo e hicimos acopio de huesos, que envolvimos en servilletas a la caza de un buen vacile.

Esperamos casi a que empezaran las clases de la tarde. Nico y yo nos colamos en el baño de las chicas y dejamos los huesos en un pequeño montón sobre la repisa del lavabo. Junto a ellos, un letrero escrito a mano: “por favor, incinérennos”. No sabíamos si aquello acabaría en un rotundo fracaso o en el despacho del jefe de estudios, lo cual habría significado cierto éxito. Pero decidimos actuar con profesionalidad y cuando oímos que un grupo de chicas se acercaba salimos del baño fingiendo llorar, como dolidos por alguna triste pérdida.

Las chicas nos ignoraron a pesar de nuestro aparente estado, con el habitual desinterés que demostraban en aquel lugar. No nos preguntaron qué nos pasaba, ni siquiera por qué salíamos de su baño. El caso es que su altivez se derrumbó y nuestro orgullo se fortaleció enormemente al escuchar el grito conjunto y unánime de aquellas preadolescentes que, incomprensiblemente, se asustaron de aquella gilipollez. Hay tantas preguntas que hoy les haría a aquellas chicas… Pero aunque se supone que esta lista es para arrepentirme, esto es algo que a mi hijo, sin duda alguna, le recomendaré hacer.


Ya taché de mi lista:

“Me colé en una fiesta en Harvard”
“Me cargué todos los Plastidecor de un desconocido”
“Robé 10 euros en una franquicia de café”

17 diciembre 2008

Eco en la eternidad


Algunos creen en lo que no se puede ver. Otros, acostumbrados a ver cosas que cuesta creer, recubrimos nuestra fe con barnices de ficción que nos ayudan a creer en los hombres que vemos. Entre los hombres de mentira, uno de mis predilectos asegura que lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad. Pero yo, que soy real, digo que lo que no hacemos, en cambio, retumbará por siempre en las montañas del presente. Tú suenas en todas. Cada paso, cada voz, componen en el aire el adagio de lo no-hecho, y tú estás en cada nota.

Te veo y creo en ti, bella, espléndida, extraordinariamente buena en un mundo parco y vil. Por eso dudo, y no de ti. Dudo de mi fe, que idealiza con barniz figuras a las que adorar. Dime si eres real, porque yo sí lo soy. Y aunque te reserve para siempre el altar de las cosas sin hacer, aunque renuncie a escuchar en la otra vida la partitura del intento, deseo saber al menos si creo en lo que veo o si en cambio sigo creyendo en lo que no se puede ver.


16 diciembre 2008

No soy Earl (III): en la brecha de la antiglobalización

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“Comercio justo” son aquellas iniciativas que promueven un mayor equilibrio entre el productor y el consumidor para que los más desfavorecidos por las imperfectas fórmulas del capitalismo no se vean perjudicados de forma inmerecida. Renunciar a la explotación infantil, garantizar los derechos de los trabajadores y pagar sueldos dignos son algunas de las herramientas de ese “comercio justo”. Robar a una multinacional, por más que intentes convencerte, no lo es. Por eso hoy quiero confesar una de las más impopulares malas acciones de mi lista:

– “Robé diez euros en una franquicia de café”

Éramos cuatro, pero no todos compartíamos la misma visión de la lucha contra la opresión. Disfrutábamos de un té en la planta superior de aquel local y junto a nosotros, en una mesa aledaña, varios extranjeros tomaban sus cafés. Como hacían mucho ruido nos cayeron mal. Pero cuando se fueron descubrimos en un platito un hermoso e inadvertido billete de 10 euros. La maquinaria se puso a funcionar.

“¿Pero aquí no se paga abajo?” “Sí, sí, se paga abajo”. “¿Creéis que vendrán los camareros a recogerlo?” “No, no, aquí no suben los camareros”. “¿Se va a quedar ese billete ahí” “Sí, no, no sé, se va a volar a menos que nosotros lo recojamos”. Nos hacíamos preguntas a las que respondíamos con lo que más nos apetecía escuchar. Hasta que llegó la pregunta clave: “¿estaría mal quedarnos con ese billete?”. Uno del grupo pensó que sí, que aquello estaría mal. Los otros tres nos repartimos las tareas. Yo vigilaba la escalera, otro cubría haciendo bulto y otro lanzó la mano al plato. “Es una multinacional que explota al tercer mundo” podría haber sido el título de una tesis doctoral elaborada con todas las justificaciones indocumentadas que alegamos aquella tarde.

Mientras tratábamos de convencer a la única oveja no descarriada, decidíamos en qué nos íbamos a gastar el dinero. Contribuir a la lucha contra el hambre o a la promoción de los derechos humanos no fue propuesto por nadie. Igual que tampoco hubo manera de arrastrar a nuestro amigo al lado oscuro. Mejor así: esos diez euros no hubieran dado para una cuarta hamburguesa en el Burger King de la calle Tetuán. ¿Otra multinacional? Tal vez, pero en aquel momento los hambrientos éramos nosotros.


Ya taché de mi lista:
“Me colé en una fiesta en Harvard”
“Me cargué todos los Plastidecor de un desconocido”

14 diciembre 2008

No soy Earl (II): destruyendo Plastidecor

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Los viernes por la tarde, después de las clases, me quedaba en el colegio para asistir a unas reuniones de grupos cristianos. No era exactamente una catequesis, pero sí nos instruían en los valores que sirven para hacer de este un mundo mejor. Valores que, acabada la reunión, eran radicalmente invertidos para ejercer el mal a la edad de doce años. Por aquel entonces yo contaba con la amistad de un cómplice, Enrique, con el que me solía colar en las clases ya vacías para jugar a “Godzilla anda suelto”. Juro que nunca pretendíamos romper nada, pero en una ocasión se nos fue de las manos y acabamos abriendo un estuche.

– “Me cargué todos los Plastidecor de un desconocido”

Presumía la publicidad de estos lapiceros de plástico de la nula toxicidad del producto. Pero aquellos Plastidecor eran más peligrosos y a la vez más divertidos que un festival de petardos. Bastaba con colocar uno por encima del dedo corazón y por debajo de los dedos índice y anular, y golpear con fuerza contra la rodilla. A veces dolía, pero aquel sufrimiento se veía recompensado con el estallido de multitud de virutas de colores que pintaban de arco-iris el primario instinto infantil de la destrucción. Aquella tarde, el infortunio quiso que la señora de la limpieza nos pillara en plena faena.

No nos llevó al despacho del director ni a la secretaría del colegio. Acabamos en un sitio mucho peor: delante de Emilio, el portero de las tardes. Emilio era un personaje temido por todos los alumnos: nunca se reía, pero tampoco le habíamos visto decididamente enfadado, lo que hacía todo mucho más aterrador. Se limitaba a mirarte y hablarte en voz baja, como diciendo “sabes que la estás cagando y aquí la justicia soy yo”. La señora de la limpieza le contó a Emilio todo el percal, y Enrique y yo lo dimos todo por perdido.

Aquel hombre extremadamente serio, maestro en el arte de la sugestión, decidió no llamar a nuestros padres delante de nosotros. Peor aún: anotó los teléfonos de nuestras casas y dijo que ya llamaría él más adelante. Enrique y yo bien pudimos cagarnos encima. Acordamos no decir nada en casa, pero pasamos algunas semanas críticas. “¿Te han dicho algo?”, nos preguntábamos cada día en clase. Pero Emilio nunca llegó a llamar. Con el tiempo descubrí que su papel era pura pose, que era un tipo cojonudo con el que, ya de mayor, llegué a echarme unas buenas risas. Él no recordaba este episodio cuando se lo conté años después, pero según se lo iba relatando aún me parecía entrever en su mirada al implacable tribunal de la verdad. Por eso a veces, cuando suena el teléfono, no puedo evitar que me tiemblen las rodillas.


Ya taché de mi lista:
“Me colé en una fiesta en Harvard”

12 diciembre 2008

Eternamente joven


Hoy cumplirías 70 años, pero me despedí de ti con 65, un día antes de que cumplieras otro año más. Creía de verdad que despertarías al poco tiempo en aquella habitación de la UCI. Pero la víspera de Reyes marcó en el calendario la fecha en la que descubriste finalmente cómo era ese momento de la muerte sobre el que tanto habíamos elucubrado durante años.

Echo de menos aquellas conversaciones pseudofilosóficas. No tenían ningún fundamento científico, pero lo pasábamos bien. “Dios, la vida, la muerte y otras cuestiones sobre las que no tengo ni idea” hubiera sido un buen título para nuestro libro. Pero después me pediste que escribiera otro si lograbas superar aquellos dos meses de hospital en los que todo salía mal. No fue así, por lo que en lugar de ese libro hoy te dedico estos párrafos para recordarnos que tenemos algo que celebrar en este cumpleaños especial.

Que a pesar del dolor y la impotencia de las últimas semanas te recuerdo como el hombre ingenioso y divertido que conocí durante 24 años. Que recordar navidades anteriores en las que estábamos todos juntos y en las que invariablemente eras el centro de atención, no me pone triste sino todo lo contrario. Que tu sentido del humor, tus ganas de vivir y tu afición por lo bueno pesan más en mi memoria que los momentos malos. Y que, a pesar de que no fue exactamente como lo habías deseado, te has ido de este mundo sin sufrir una ancianidad que tanto te asustaba. Por eso hoy, eternamente joven con 70 años, celebro el cumpleaños de mi padre con el consuelo de saber que ya tienes respuesta a todas aquellas preguntas.

11 diciembre 2008

No soy Earl (I): en Harvard por la patilla

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Visité a una amiga en Boston hace cinco años. Ella por entonces estudiaba, así que la mitad del día la pasaba solo recorriendo la ciudad. Uno de aquellos paseos me llevó hasta la conocida Universidad de Harvard, que multiplica por diez el brillo de cualquier currículum en el que se pueda incluir este nombre. Como yo no iba a matricularme para una única tarde, decidí llevarme puesto el nombre de Harvard de alguna manera. Aprovechando el ajetreo en el campus de aquel día cometí la mala acción que hoy pretendo tachar:

– “Me colé en una fiesta en Harvard”

No sé qué carajo celebraban aquel día ni por qué de pronto me sentí tan alumno de esa universidad, pero viendo a todos aquellos estudiantes ideales en aquel campus legendario sentí la necesidad de ser uno de ellos, y conformarme con una sudadera me pareció desaprovechar una de esas oportunidades únicas. Así que me introduje en uno de los montones de gente que hacía cola para entrar a una parte del campus reservada, obviamente, a los invitados a la fiesta. En una mano llevaban la invitación; en la otra, su carné de alumno. Lo más parecido que tenía yo a cualquiera de esos dos documentos era la tarjeta sanitaria de la Comunidad de Madrid, y como no confiaba en que aquello pudiera colar comencé a estudiar el terreno.

Los invitados presentaban su carné a otros estudiantes que ejercían esa labor de forma voluntaria. Esto no lo sé por haberlo investigado, sino porque llevaban un chaleco fluorescente con la palabra “volunteer” en negrita gigante. Vamos, que no eran policías ni detectives, lo cual me animó a continuar. Aquellos chicos se distraían con facilidad, pero aún así encontré demasiado arriesgado seguir en aquella cola si de verdad quería entrar.

Una de las cosas buenas de EE.UU. es que siempre hay una puerta de atrás. En esta fiesta la había, y también la vigilaba un chico de chaleco amarillo. Pero apenas entraba gente y era cuestión de tiempo que aquel voluntario se hartara de estar allí esperando por cero centavos la hora, mientras sus compañeros de clase le daban al ponche a base de bien. Y se hartó. No sé por cuanto tiempo, pero aquella entrada se quedó provisionalmente sin vigilancia y fue ahí cuando el Señor me concedió el honorable privilegio de ser uno de los Veritas Christo et Ecclesiae. Sin comerlo ni beberlo, o más bien comiendo y bebiendo pero sin pagarlo, estaba integrado en una fiesta universitaria como las de las películas.

Por fin supe a qué sabe el ponche rojo, bebí Coca Cola de vainilla gratis, vi una proyección de Shrek al aire libre y me dejé convencer para votar tanto a favor como en contra de no sé qué reforma universitaria. Lo jodido vino cuando una chica me preguntó “¿de qué facultad eres?”, a lo que yo contesté con un estúpido y delator “…I don’t know”. Mi patética respuesta se vio sin embargo autorizada por su sonrisa cómplice. Aquella pájara supo entonces que yo no era del programa de intercambio, pero yo ya podía incluir un apartado de méritos académicos en mi currículum, garantizando que me había colado en una fiesta en Harvard.

10 diciembre 2008

Yo no me llamo Earl...

…Pero también he hecho mis putaditas. Para los que no hayan visto la serie, Earl es un tiparraco que se ha pasado la vida delinquiendo. Pero después de ganar la lotería y de perderla al ser atropellado con su billete premiado, se convence de que la culpa de su mala suerte la tiene el karma. Como dijo Sharon Stone cagándose en toda China tras el terremoto, “si eres malo te suceden cosas malas”.



Ahora que me veo con el brazo en cabestrillo, pienso en aquellas luxaciones de hombro y me pregunto si no tendrán algo que ver con mi mal karma… Por si acaso, he decidido elaborar mi propia lista con mis malas acciones del pasado. Debería enmendarlas para que me sucedan cosas buenas, pero me conformaré con confesarlas aquí. A partir de mañana compartiré esa lista con vosotros. Todo lo que veáis bajo el epígrafe "No soy Earl" será verídico y, probablemente, demasiado tarde para corregirlo.

06 diciembre 2008

Adiós al Presidente (I)


Demasiado perfecto para ser cierto. Tan cierto que costaba creer que lo hubiéramos soñado tanto. Sin John ni Bobby Kennedy, sin King ni Malcolm X, sólo nos quedaba él. Marcus O. Jackson, el primer Presidente de EE.UU. que unió al mundo entero bajo el convencimiento de que aún era posible limpiar tanta mierda junta.

Su victoria electoral fue el relato del niño que quería ser astronauta y a los pocos meses caminaba sobre la Luna. El reflejo de que aún somos mayoría los que queremos cambiar esto. La herramienta que llevábamos años buscando en el cajón para reparar ese aparato que ya dábamos por perdido. Marcus O. Jackson, aferrado a la honestidad y el compromiso, nos prometió que podría conseguirlo.

Pero el sueño duró poco. La realidad nos volvió a despertar a todos en aquella tarde de junio en la Universidad de Stanford. Jackson iba a presidir el acto de graduación de cientos de estudiantes. El servicio secreto inundaba el campus: armas, coches, perros y casi tantos agentes como alumnos. Tras una breve reunión con varios miembros de su gabinete, Jackson salió a pronunciar su discurso. Fue en el jardín de la Facultad de Medicina, preparado para acoger un momento histórico en la carrera del progreso, pero no para una ráfaga de atraso y decepción. El presidente subió al atril. Y comenzó aquel texto inacabado como comienzan los grandes discursos: “Mis queridos compatriotas”.

(continuará...)

05 diciembre 2008

Mi convalecencia - Preguntas Más Frecuentes

Hace una semana me operaron del hombro derecho, una intervención sencilla para terminar con algunos problemas de los que ya he hablado en alguna ocasión. Ahora me aplico en la recuperación, con el brazo inmovilizado entre telas, gasas y correas de velcro. Como me encanta ser el centro de atención, y más ahora que soy un enfermito, voy a responder a todo aquello que siempre quisiste saber sobre mi operación pero nunca te atreviste a preguntar (entre otras cosas, porque te importa un mojón):


· ¿Te duele?
Gracias por preguntar. No, no duele. A la gente normal sí pero a mí no, nena… No es sólo por mi atípica tolerancia al dolor, es porque considero que en este momento crucial de nuestra historia los tipos duros somos más imprescindibles que nunca. No tomo calmantes, ¿sorprendidos? Mi enfermera sí lo está…

· ¿Cómo fue la operación?
Me atravesaron con unos artilugios para recomponer mi hombro. Tres agujeros, como a Kennedy en el coche. Me privaron de presenciar el espectáculo con anestesia general, más otra local en el hombro. Juraron que despertaría dolorido, pero yo sólo recuerdo que desperté y estaba ella, mi enfermera. “No sé si es por la anestesia, pero yo estoy viendo un ángel”… Se limitó a meterme suero en la vena.

· Si no usas el brazo, ¿cómo cojones estás escribiendo esto?
No se trata de cojones, se trata de mano izquierda. Te sorprendería la habilidad que he desarrollado con ella. Pregúntale a mi enfermera. Y además adapté mi entorno a mi discapacidad temporal: ratón y teclado inalámbricos, un atril de lectura y, desde ayer, un sencillo programa que reconoce la voz y transcribe lo que digo. Sí, este post no lo estoy escribiendo, lo estoy dictando. Se llama “Dragon Naturally Speaking” y es la polla.

· ¿Y cómo vas al baño?
Sabía que me lo ibas a preguntar. Pero no voy a contestar aquí a ese tipo de cosas, igual que no voy a contestar a eso de “qué tres cosas te llevarías a una isla desierta”.

· ¿Qué tres cosas te llevaría esa una isla desierta?
De verdad, no sé para quién hablo… Pues me llevaría mis velcros, mi Dragon Speaking y a mi enfermera.

· ¿Puedo ir a verte?
No sólo puedes. Debes. En este momento crucial de la historia los tipos duros también necesitamos mimos. Mi madre lo está haciendo maravillosamente bien, pero como dice la canción de “Rambo”, ese otro héroe, “it’s a long road when you’re on your own, and it hurts as hell”. Pues eso, mimos. Y ahora en serio, gracias a todos por vuestras visitas, llamadas, mensajes, bombones, chucherías, bizcochos de chocolate, dragones y atenciones en general. No es que recomiende esto, pero con amigos así cualquier coñazo es mucho más llevadero.

11 noviembre 2008

Back to El Alamo



Esta foto me la regaló mi hermano Eduardo hace cinco años. Soy yo con apenas seis, defendiendo a mi manera el fuerte de El Álamo en San Antonio, Texas. Recuerdo aquella tarde como si fuera hoy y me vuelvo a meter en la piel de ese renacuajo que se lo pasaba teta en cualquier lado. Creo que hay muchas cosas que siguen igual. Otras no. Mentiría si dijera eso de que sigo siendo el mismo y que creo que uno mantiene su esencia toda la vida y bla, bla… En cambio encuentro fascinante disfrutar de un buen cambio de gustos, de opinión y hasta de vida. Cuando era más joven pensaba que mantenerse invariable en principios y actitudes era la mejor expresión de integridad y honestidad hacia uno mismo. Ahora me planteo cosas que no aprobaría mi yo de dieciséis, dieciocho o veintidós años, como comprarme una moto o tatuarme la espalda, por poner dos ejemplos.


Veo la foto y me reconozco en ese cuerpecito tan pequeño, pero me entra la tentación de viajar en el tiempo y darme a mí mismo algunos consejos para llegar más feliz a estos felices veintiocho. Por si suena la flauta, allá van:


- Te quedan quince años de flequillo, así que no te peines tanto.
- Tu cara de buenecito se irá agudizando, pero no es malo, no sufras. Aprende pronto a sacarle provecho para seguir siendo un cabroncete sin que nadie lo note.
- Los mayores no siempre tienen razón. De hecho observarás con el tiempo que la mayoría casi nunca la tiene.
- En cambio los consejos de Rocky son perennes. Síguelos siempre.
- El primer amor no es el mejor de todos.
- Ni bailar es aburrido ni la política es un rollo que no le importa a nadie.
- El colacao mola, pero hay polvos mejores antes de acostarse.
- Te gusta el queso y te encantan las judías, pero todavía no lo sabes porque eres bobo.
- Martes y Trece se separarán, empieza a asumirlo.
- En cambio Michael Knight seguirá dando guerra muchos años.
- Nunca llegarás a ordenar del todo tu habitación. Nunca. Déjalo ya.
- Pasas demasiadas horas pensando en chicas. Para un poco, niño, haz otra cosa o seguirás igual toda la vida.
- Los slips no molan. Pero tu sudadera de terciopelo azul sí, ¡no la tires nunca!

04 noviembre 2008

Obamismo



"No creáis ni por un segundo que estas elecciones han terminado. No penséis ni por un minuto que el poder se entrega". ¡Barack a tope tonight!

26 octubre 2008

Prohibido verter basura

Si digo lo que pienso tal vez me arrepienta, pero aún no me he arrepentido de pensar tanto lo que acabo diciendo. Por eso hoy no voy a verter aquí mi basura. He aprendido a reciclar mis sentimientos en contenedores de colores. Los separo ingenuamente, aunque todos terminen en la misma incineradora de la memoria. Algunos recuerdos ya huelen. Tú, demasiado bien. Pero ahora llevo mascarilla cuando hurgo entre mis propios desperdicios. Con todo cariño, me largo de este vertedero.

19 octubre 2008

Starbucks sex

Acababa de licenciarme en Economía con unas notas cojonudas y una conocida multinacional me había contratado para llevar sus cuentas, así que cualquiera podría pensar que todo me iba envidiablemente bien. Pero la realidad era que mi obsesión por las mujeres se había convertido en una patología tan crónica que mi aterciopelado camino hacia la felicidad comenzaba a peligrar, sobre todo a raíz de los planes de boda con mi novia.
Pero soy economista, y no podía evitar pensar el mal negocio en el que me estaba metiendo. En el momento en que diera el “sí quiero” mi cabeza sólo pensaría en los tres mil millones de “no quiero” que expresaría de manera implícita. Un balance de cuentas nefasto. “¿Aceptas a Julia Martínez como tu legítima esposa para amarla y respetarla en lo próspero y en lo adverso, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida?” Pues sí, creo. “¿Renuncias por tanto a todas las demás tías del mundo, blancas y negras, rubias y morenas, listas y tontas, hasta que la muerte te separe de esta pobrecilla con la que te quedas?” Pues no, no me jodas.
Era evidente que se trataba de unas de las peores inversiones posibles, que además no sabría explicar a mis nuevos jefes. No quería ser el peor economista del mundo, el que retuvo un dólar y perdió tres mil millones, que encima en americano suena peor: tres billones de tías, con “b” de gilipollas.
Así que me fijé en los valores que han convertido a mi empresa en un referente mundial y decidí aplicarlos a todas las facetas de mi vida. Los criterios que promueven la excelencia en cada paso del proceso de producción, desde el cultivo del grano hasta la textura de la espuma. Así quise ser, y en eso me convertí: en una franquicia globalizada de sexo variado, desde el más dulce hasta el más amargo, con canela, chocolate o hielo picado. Sirope, galletas o desnatado. De todos los tipos, por todos lados. “The stuff you’re about to enjoy is extremely hot”, para que no digas que no te he avisado.

15 octubre 2008

Tercer condicional

Enséñame la gramática que entrelaza las olas hasta tu isla. Pregúntame la sintaxis del lexema que navegó la nostalgia, del morfema que lo esperaba en medio del mar. Construyamos una oración con dos sujetos y un solo verbo cuyo predicado podamos inventar. Tú pon la fonética, que yo pondré la semántica. Y juntos volveremos a conjugar.

Es el tercer condicional. La forma verbal de lo imposible, de lo que nunca sucederá. Por algo que sucedió en el pasado. O porque no llegó a suceder. “Si yo no hubiera… entonces habría”, “si no hubiéramos…”. Y así hasta lamentar todas las hipótesis pretéritas que ya no volverán.

Con nuestro pasado simple y un presente continuo, déjame soñar con aquel futuro imperfecto. De tiempo compuesto. Enséñame la gramática que entrelaza las olas hasta tu isla. Y yo te prometo aprender la lección.

10 octubre 2008

Especies unicas

Lei en un libro sobre Malta que en una de sus islas se puede encontrar un lagarto con dos colas unico en el mundo. Tambien cuenta la leyenda que en Fungus Island ("la isla de las setas", lo que podria explicar la propia leyenda), crecia un arbusto con propiedades curativas contra enfermedades sin solucion. No me creo ninguna de las dos historias. Lo que si es cierto es que en este pais, peculiar como pocos, se pueden encontrar algunas especies autoctonas exclusivas de este archipielago mediterraneo. Y enumero:

- El Protosocialista Agradecido (botellonus hispanicus zapateris): se trata de imberbes jovenes espanoles que acaban de recibir su beca del Ministerio de Educacion, Politica Social y Deporte. Mil seiscientos cincuenta euros que el Estado les regala para cursar un minimo de tres semanas de ingles en el extranjero. Una idea magnifica sobre el papel, que en la realidad se traduce en unas maravillosas vacaciones pagadas a 51.000 jovenes (datos de 2008) en las que los mil seiscientos cincuenta euros acaban enriqueciendo a escuelas pateticas que se forran con estas becas, que alojan a los chavales con familias lamentables, que no les ensenan nada y que les regalan el certificado exigido por el Ministerio aunque no vayan a clase (asi se aseguran de que el alumno recomendara la experiencia a sus amigos proximamente becados). El dinero que sobra se dedica a pagar los botellones diarios en la playa, rodeados, claro, de otros espanoles. Aunque a esto se le llame inmersion linguistica y aunque cueste a los espanoles 85 millones de euros, es evidente que para cada ejemplar de la especie es cojonudo. Por eso el Protosocialista Agradecido camina en manada por las calles de Malta con la foto del presidente espanol cosida en sus camisetas (veridico) y profiriendo canticos de alabanza a su figura. Canticos, por supuesto, en espanol. Aunque esta especie no es exclusiva de Malta, es aqui donde el periodo de gestacion de votos primerizos es mas fertil.

- El Afrofaquer (raperus humedensis): su habitat natural son las discotecas y los garitos de marcha. De vida nocturna y gran actividad, el Afrofaquer atrae a las hembras con danzas precopulativas y en cuestion de segundos logra activar el modo video en sus camaras de fotos, que forman circulos en torno a cada ejemplar. El Afrofaquer domina la tecnica y posee la actitud, lo que le convierte en un rival dificil de batir para el resto de machos. Pero, como se ha demostrado en otras capitales europeas, su hegemonia no es indiscutible. Algunos creen que en realidad es el lagarto de dos colas.

- El Pizzero Nocturno (telepi borrachus maltensis): base de la cadena alimenticia maltesa, el Pizzero Nocturno garantiza la supervivencia de la poblacion animal de la isla mas alla de las doce de la noche. Establecidos los pilares de la alimentacion sobre la pizza y la cerveza, el Pizzero Nocturno se convierte irremediablemente en un tipo simpatico al que le hacen fotos, le regalan copas y acaba cada noche con los ojos como las brotolas. Aunque aqui los cubatas cuestan 2,5 euretes, el tamano y la proporcion alcohol-cocacolaguada es ridicula, por lo que el Pizzero Nocturno vende tambien refrescos y cerveza barata y se convierte en un claro ejemplo de simbiosis natural. Junto a Zapatero, es el personaje mas amado de la isla.

- El Padre Insomne (te dije que mandaramos a la nina de campamento con las monjas): nunca ha habitado este entorno pero esta enormemente vinculado a el. El Padre Insomne es el que envia a alguna de sus crias a Malta confiando en que volvera hablando ingles. Pero despues de tres semanas, mes y medio o tres meses deberia agradecer que, si a la hija no la he ido mal por la noche, al menos hablara algo de italiano. El Padre Insomne huele el alcohol a traves del telefono y prepara un cuarto en la casa con una cuna para su futuro nieto. Envio a una estudiante menor de edad a aprender ingles, pero recibe a una hija protosocialista y madre de un bebe, probablemente mestizo y con dos colas.

07 octubre 2008

Cortadas de rollo

Llueve como su puta madre. Siguiendo con las tan celebradas miserias propias, os cuento que ahora mismo estoy encerrado en mi escuela porque ahi fuera estan cayendo hectolitros de agua. Una vez mas.

Que el mal tiempo te joda unas vacaciones es algo habitual, pero no por ello jode menos. Y a mi me esta cortando el rollo. Mi plan para hoy era ir con gente de la escuela a la capital Valletta, y al final lo que voy a necesitar es una bayeta porque creo que me he dejado el balcon de mi cuarto abierto.

Lo de mi habitacion es otro tema. Me llamaron el sabado para decirme que me cambiaban a una triple compartida. “Y una polla”, conteste yo, en un exquisito ingles. El asunto quedo asi, hasta que hoy martes la escuela me ha llamado a capitulo. Dicen que me cambian porque mi reserva era para una habitacion triple compartida, algo con lo que yo contaba cuando llegue aqui, pero claro, al llegar me dieron una triple para mi solo y despues de comprobar sus innumerables ventajas no iba a cambiarla a falta de cuatro noches para irme. Asi que hemos llegado a un acuerdo por el que pagare 50 euretes y me quedo en mi habitacion hasta el sabado (dense prisa en venir, amigos, que esto se acaba). Vine aqui con una promocion de alojamiento gratuito, asi que 50 €tes por 14 noches en media pension no parece mal precio. Pero no es ningun palacio. No hay cartelitos de “do not disturb”, y todos los dias entran en mi cuarto varias veces a decir que si pueden limpiar. A lo que yo, en camiseta y calzoncillos y con mi peor cara, tengo que responder todos los putos dias “hazlo luego si ves que tal”.

La tercera cortada de rollo llegaba con el asunto del profesor. La semana pasada me dio clase un maltes cachondo de origen serbio con raices egipcias. O algo asi. Y el tio era un crack. Pero se ha ido de vacaciones, y despues de disfrutar de sus clases en una terraza junto a la playa o de descojonarme con sus comentarios, no me divertia demasiado la idea de cambiar de profe. Hasta que ayer entro por esa puerta un angel llamado Andrea. Madre mia de mi vida. Es la primera vez que me da clase alguien mas joven que yo, es la primera vez que conozco a una chica de Arabia… es la primera vez de muchas cosas.

Por ultimo, os cuento la cortada de rollo del cine de aqui, que ejerce la aun-no-extinta practica del “visite nuestro bar”. No se me ocurre peor falta de respeto al septimo arte que interrumpir la proyeccion con un powerpoint con anuncios de tiendas maltesas y un rancio “the bar is open”. Malditos sean, eso no se hace. Aunque las pelis que hasta ahora he visto tampoco sean obras maestras: “Death Race”, una especie de revision futurista de “Gladiator”, y “Babylon AD”, una especie de revision futurista de la Biblia… Entendedme, cuando el cine es en ingles y sin subtitulos se agradecen los argumentos sencillos.

05 octubre 2008

Sin palabras

- "¿Te gusta? Do you like it?"
- "The sea?"
- "Sí..."
- "To see?"
La comunicación no era sencilla en aquella orilla del Mediterráneo. El, nivel 10, y ella, nivel 1, empezaban a compartir algo más que una escuela de idiomas. Pero no había manera de entenderse bajo la tenue luz de las farolas en aquel banco del paseo marítimo. El hablaba despacio, pero tomaba el pelo a su amiga mezclando las palabras. Ella, resignada, intentaba entender y hacerse entender delante de aquel gandul. Sacaba constantemente de su bolso su pequeño diccionario de inglés-letón, letón-inglés. Algo que provocaba en él una inconfesada ternura, y que retorcidamente utilizaba como salvoconducto para atravesar el cada vez más estrecho territorio que lo separaba del frío Báltico.
- "The sea. The Mediterranean Sea. ¿Te gusta?", preguntó señalando en el libro la línea correspondiente.
- "Yes", contestó ella, con las piernas cruzadas y su dedo atrapado en la letra "S".
- "Do you know the Spanish word for it?"
- "No"
Comenzó a pasar páginas en el diccionario, que ella seguía sin soltar. Llego a la "K", extraña letra castellana... Siguio con la "I" hasta llegar a la palabra "kiss". Ella leyó la truducción al letón. Y sus labios dejaron de sufrir por las palabras.

04 octubre 2008

La trama se complica

Sopla un viento del carajo en esta isla por segunda vez desde que llegue. Pero hoy encima es sabado. Es dificil hacer planes cuando la gente que has conocido se ha marchado esta manana, y los que quedan no saldran con este vendaval. Yo, aunque quisiera, tampoco podria salir, porque toda mi ropa esta ahora mismo empapada.

He decidido hacer la colada, con muy mala punteria. Mas que una eleccion ha sido una falta de opciones: o lavaba la ropa o manana me tocaba ir de excursion a la isla de Gozo en calzoncillos. Sucios, por supuesto. Asi que he bajado a la sala de las lavadoras a hacer con ellas lo que mejor saben. Pero si bien es cierto que no todo ha salido tan mal como la ultima vez que intente demostrarme a mi mismo que no soy un inutil (empeno este en el que no hago mas que fracasar), la cosa tampoco ha sido como para recordarla. Aun asi, voy a hacerlo, porque se que os encanta descojonaros de mi.

Aqui las lavadoras funcionan con fichas: dos para la lavadora, una para la secadora. A razon de 2,5 euretes por ficha. En total, a alguien medio espabilado le saldria la broma por 7,5 euros la colada. Ahora os voy a explicar por que yo llevo gastados 12,5 y aun no tengo ropa... Mi primer logro ha sido confundir la lavadora con la secadora. Risas enlatadas. Si, joder, se parecen un monton. Pero por lo menos no he echado el detergente (porque no tengo, que si no no quiero imaginar lo sequisimos que habrian salido esos polvos). El caso es que he metido toda la ropa en la secadora, he metido la ficha, le he dado al boton y me he puesto a leer. Media hora despues, mi ropa estaba seca. Igual de seca que cuando la meti. Pero limpia limpia no se veia. Descubri mi error, gaste mis otras dos fichas en la lavadora de verdad y segui leyendo. Cuando termino el centrifugado aquello estaba mojadisimo. Asi que volvi a la recepcion del hotel a comprar otra ficha para la secadora. Esta vez con sentido. Y a leer otro rato. Al terminar, mi ropa estaba humeda. No tanto como al salir de la lavadora, pero mucho mas de lo que mi ojete quiere para si. Asi que entre gastar otros dos euros y medio y acabarme el puto libro o subir a la habitacion y usar ese tendedero tan mono que tengo, elegi lo segundo, ignorante de lo que se avecinaba por el Mediterraneo. Vendaval.

Pense que el viento seria un aliado en esta tarea de secar la ropa. "Al fin y al cabo los secadores de manos no son mas que pequenas maquinas que generan minivendavales", pense. Y un copon. Las cosas con viento no se secan una mierda, al menos con viento maltes. Para empezar, mi pequeno tendedero me ha vuelto a explicar la leccion de la secadora: demasiada ropa junta no se seca con nada. Y se ha roto una cuerda. Asi que me puse a distribuir la ropa en tres sillas de plastico que hay en la terraza, colgando las camisas en perchas atadas a la barandilla y una serie de ridiculos inventos que tampoco voy a detallar. Todo para que la ropa siga mojada. Asi que, rendido, he comprado otra puta ficha y he metido los pantalones en la secadora otra vez. Pero solo los pantalones y cuatro cosas mas, lo justito para poder salir esta noche con algo mas que un banador.

Y eso es lo que voy a hacer ahora, amigos. Ver si, de nuevo, he vuelto a fracasar. O si por el contrario tengo ropa lista para salir bien guapo al ojo de un huracan.

02 octubre 2008

Conducir como el culo (y otras tradiciones maltesas)

Malta tiene mas de siete milenios de historia. Algunos de sus coches, tambien. Sin embargo eso no parece procupar lo mas minimo a sus habitantes, que presumen con orgullo tanto de la antiguedad de sus monumentos megaliticos como del dudoso encanto de sus autobuses. Pero al igual que la intruduccion de la TDT en Espana no ha amansado los gustos televisivos de los espanoles, seguramente modernizar el parque movil maltes tampoco invitaria a los malteses a renunciar a una de sus mas arraigadas costumbres: conducir como el ojete.

Escribo estas lineas sano y salvo desde uno de los ordenadores de mi escuela. Cuando salga por la puerta y cruce la calzada, todo es posible. Aqui los frenazos retumban tanto como los graves de las discotecas de Paceville, nucleo en el que tengo el gusto de pernoctar (que no dormir). Pero nadie se enfada. Un conductor frena en seco detras de otro coche que gira sin avisar, las ruedas chillan, el asfalto arde y ambos conductores se miran y se saludan con el brazo, como diciendo "joder, Mariano, que casi nos matamos. Venga, da recuerdos a los ninos".

No en vano uno de los souvenirs mas populares en la isla es la tipica jarra de desayuno, que aqui venden abollada, con un autobus impreso y las palabras "I got smashed in Malta". Y lo cuenta un orgulloso expositor de abolladuras. Pero es que esto es demasiado. Creo firmemente que el Ministerio de Asuntos Exteriores deberia eliminar de sus apuntes sobre Malta eso de que es un pais seguro y sin riesgos. Si a eso sumamos que ademas aqui -ex colonia britanica- conducen por la izquierda, deberian situarlo junto a Iraq o Afganistan.

Ese es quiza el mayor legado anglosajon en la isla. Porque lo del idioma es pura ficcion. Aqui la lengua oficial es el espanol, sobre todo en verano. Y despues se habla maltes. Una extrana lengua que, aunque parezca mentira, la gente utiliza. Porque los malteses hablan maltes, y ademas muchisimo. Un idioma fascinante que no se parece a nada. Para hacerse una idea, aqui en las cajetillas de tabaco no pone "fumar puede matar" o "smoking kills", sino "It-Tipjip Joqtol". Con dos cojones.

Con advertencias asi, tiemblo al pensar que pondra en otros carteles indescifrables. Habra tiburones en esta playa? Riesgo de desprendimientos? Sabre exactamente en que momento me estan diciendo "evacuen el edificio inmediatamente"?

Aparte de eso, todo va bien. Al menos, de momento.

28 septiembre 2008

Malta, dia cero

Aprendiendo de experiencias pasadas, esta vez no voy a intentar dar envidia a nadie con mis vacaciones. Centremonos en lo malo, que es lo que vende. Eso es lo que os gusta. La miseria. La miseria del que viaja solo y llega a un pais que... como te diria yo... es pequeno. Treinta kilometros de punta a punta. Facil de conocer, facil de conquistar... facil de destruir. Yo de momento no he hecho ninguna de las tres cosas, pero seguire ese orden hasta lo que den de si mis dos semanas.
Hoy es el dia cero, el domingo previo que no cuenta. El dia cero es ese en el que miras a tu alrededor y ves un monton de piedras cuya historia desconoces, un monton de gente que se quiere y se divierte sin ti, un monton de malteses y maltesas trabajando felices para un monton de extranjeros y extranjeras que comparten risas con un monton de amigos y amigas. Y tu les miras. Y ellos no te miran. Y piensas "bue, es el dia cero...".
Entre las cosas de las que carezco estan, en primer lugar, los acentos. Una de las muchas cosas que me unen ahora mismo a este pajaro. Otra es el haber recuperado la anorada condicion de estudiante, porque eso es lo que soy, un aplicado estudiante de ingles en Malta, aunque la puta tele os intente llenar la cabeza de mierda.
Y pocas carencias mas, la verdad. Podria hablar ahora de mi habitacion triple con dos terrazas para mi solo en un hotel con tres piscinas, del legado de los huespedes (espanoles) anteriores, consistente en gel y champu (que no he traido), una nevera de alquiler (que el hotel se ha olvidado de recoger), dos yogures, un zumo de pera (muy rico), una coca cola de dos litros, un sprite y una botella de Barcelo anejo. Es por eso que la fiesta en el Mediterraneo, senores, se traslada a la habitacion 653 del St. George's Park en Malta. Pero no voy a hablar de todo eso, porque encima el alojamiento me sale gratis y me pareceria inmoral. Y porque lo que os gusta es la miseria. Y a ella me entrego en este dia cero que, gracias a Dios y mediante la intercesion perseverante a traves de los siglos de la legendaria Orden de los Caballeros de Malta (de la cual, a traves de un colgante de cuatro euretes, ya me he autonombrado miembro), esta cerca de concluir.

26 septiembre 2008

Tres lecciones de la crisis del capitalismo

  • Si decides irte a Malta de vacaciones y el único vuelo directo es con Alitalia, asegúrate de que la compañía no desaparecerá mañana. O bien haz escala en Londres. Si la aerolínea no desaparece mañana, harás el gilipollas en Gatwick. Si desaparece, te habrás ahorrado 400 euros. Por mí, llegados a este punto, que desaparezca.
  • La crisis no comienza en un momento concreto. De igual modo, tampoco termina en un momento concreto. La crisis se compone por tanto de momentos inconcretos caracterizados por no ser “un buen momento”. Por ejemplo, ahora “no es un buen momento para comprar piso” o “no es un buen momento para comprar coche”. Pero eso no significa que en lo que te resta de vida vaya a llegar ese “buen momento” de irte de casa de tus padres ni que de la noche a la mañana no puedan, por la puta cara, subir en 5.000 euros el precio del nuevo Mégane que llevas cuatro años esperando.
  • Puedes intentar convencer a un taxista de que si Lehman Brothers ha hecho fortunas comprando multinacionales con dinero imaginario, tú puedes pagarle los diez euros de carrera con dinero imaginario. Pero también puedes llevarte una hostia.

24 septiembre 2008

Malta, ese lugar

Me voy a Malta a estudiar inglés. Está decidido y no voy a echarme atrás, por más que me bombardeen con eso de "¿tú a qué coño vas a Malta?". Yo lo tengo clarísimo: allí encontraré malteses de buen corazón, unos decorados majísimos de Gladiator (por lo visto al acabar el rodaje Ridley Scott dijo "tranquilos, que ya vengo yo mañana y lo recojo"... y ya va para nueve años), y unas clases de inglés buenísimas.

No hagan caso al eje del mal desinformativo. La próxima semana tendrán noticias desde el Mediterráneo.

04 septiembre 2008

Cesare Pavese y un amigo

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.

Y a vuestro lado no importaría.


Qué bueno es que existas, Txy

01 septiembre 2008

We're back

Juro lealtad a la bandera de los Estados Unidos de América y a la República a la que representa, una nación al amparo de Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos... hasta que la política-espectáculo me llame de nuevo.

23 agosto 2008

Compromisos


No me busquen, Barack me necesita hasta el 30 de agosto.

26 julio 2008

El último tango de don Invierno

En la esquina entre la calle Florida y la avenida Corrientes, el viejo Marcelo componía tangos a cambio de un peso. Todos los días al atardecer, hombres y mujeres con los corazones rotos le contaban sus historias para que les dedicara alguna estrofa triste que sirviera para atenuar su dolor.

Don Marcelo escuchaba cada una de esas historias y escribía al instante unos versos que lograban arrancar a sus clientes una lágrima, una sonrisa y su peso correspondiente. Jovencitos enamorados de sus profesoras, profesoras engañadas por sus maridos, maridos enamorados de jovencitas que a su vez amaban a sus profesores… El viejo Marcelo conocía perfectamente el otro Buenos Aires, el que se escondía tras las apariencias y se descubría en público en canciones entonadas cada atardecer en la esquina entre Florida y Corrientes.

Una lágrima, una sonrisa y un peso. Ese era el trato. Cuando no había lágrima o faltaba la sonrisa, don Marcelo escribía otro tango hasta conseguir el cobro. En cuanto al peso, nadie se lo negó jamás. Y aunque muchos le ofrecían tres, cinco o diez pesos, él nunca aceptaba mayor cantidad que la estipulada.

Pasó la primavera, llegó el verano, terminó el otoño y los secretos de aquel Buenos Aires desconocido se podían dibujar perfectamente bajo la luz musical de las letras de don Marcelo. Los desengaños y el desamor se sanaban cada tarde en aquella esquina a la que, un día de invierno, el viejo Marcelo ya no acudió. Tras escribir millones de estrofas que hicieron llorar y sonreír por igual, aquel compositor pobre de lágrimas y sonrisas falleció sin saber que era multimillonario.


14 julio 2008

Del Caribe a Malasaña

Del Caribe a Malasaña.
¿Calimocho o ron de caña?
En Santo Domingo o España
extranjera, mas no extraña.
Ropa blanca, piel canela,
ojos verdes de acuarela,
el ombligo con tachuela
y el sostén de Venezuela.
A los piropos, inmune.
El reggaeton nos consume.
Hasta que la luz me exhume
déjame oler tu perfume.
Conversación ingeniosa,
baile duro y a otra cosa.
De cerca más cautelosa…
“¿No sabes que eres preciosa?”
Nos tomamos otro trago.
No te preocupes, yo pago.
Tu mano lanza un amago
pero aún sé lo que me hago.
Es mi virtud el exceso
que disfrazo de proceso…
embaucador inconfeso:
en la barra el primer beso.
De tu color no me aparto,
prado negro, tez de infarto.
Lo del adiós lo descarto
con un taxi hasta mi cuarto.
De tu cuello robo el oro.
En tu volcán todo exploro.
Como un pirata y su loro,
del Caribe mi tesoro.

10 julio 2008

29 junio 2008

Podemos (II)

(continuación de Podemos I)


- “¿Oiga…? Fast Pizza, que si desea algo…”
- “Sí, ehm, perdón. Quería hacer un pedido”
- “A qué dirección”

Era como si un ángel le estuviera susurrando al oído. Con mala leche, pero con un tono absolutamente seductor. Y él estaba a punto de contestar “jamón y pepperoni”.

- “Calle del Pinar número seis, tercero derecha”
- “¿Qué desea?”
- “…Está al lado la calle. Es aquí en el barrio, al ladito del Fast Pizza… Calle del Pinar, justo ahí…”
- “Sí, ya lo sé. ¿Qué iba a pedir?”
- “Ehm… bueno, pensaba pedir una pizza de jamón y otra cosa, pero es que no sé, igual no…”
- “Oiga, esta noche hay partido, es domingo y se me sale el trabajo por las orejas. Si sabe lo que va a pedir dígamelo y si no piénselo y vuelva a llamar”

Rubén estaba a punto de perder el contacto auditivo con el cielo. Olga, la dueña de aquella voz celestial, colgaría ante la próxima duda. Así que tiró hacia delante sin saber cómo prolongar la conversación.

- “Sí sé lo que quiero, señorita. Una pizza mediana de jamón y pepperoni”
- “¿Jamón y qué?”
- “Pepperoni.. ¿le parece vulgar?”
- “No, no me parece nada. Es que aquí hay mucho ruido y no le oigo”

Era indudable que Rubén no le estaba cayendo nada bien a la tal Olga. Pero con esa voz estaba dispuesto a perdonárselo todo. De hecho estaba dispuesto a que a él, después, tuviesen que perdonarle algo.

- “Pues si no me oye bien tal vez debería bajar a la tienda a hacer el pedido personalmente”
- “Por mí puede hacer usted lo que quiera”
- “Ehm… ¿sigue la oferta del dos por uno?”
- “Esa, y la de segunda pizza a mitad de precio. Y otra muy especial para días históricos como hoy, con España en la final de la Eurocopa…”
- “¿Qué oferta?”
- “La de dejarme trabajar tranquila por el irresistible precio de cero euros”

Rubén tardó un rato en colgar el teléfono. A pesar de que Olga lo colgó varios segundos antes. Ya no tenía ninguna duda: bajaría a la tienda a conocer en persona a la dueña de aquella voz de diamante.


(continuará...)

28 junio 2008

Podemos (I)

Se le presentaba un cumpleaños extraño. Por un lado sobrado de emoción, con la selección española jugando la final de la Eurocopa. Por otro lado aburridísimo, con su novia en Galicia, en uno de esos congresos de la empresa. Rubén se había quedado solo en casa el día en que cumplía 30, sin nada más que hacer que esperar en calzoncillos la hora del partido. Sin ganas de salir y menos aún de cocinar, puso la tele para ir haciendo tiempo y pidió una pizza.

- “Fast Pizza, le atiende Olga, ¿qué desea?”

Rubén, despeinado desde primera hora de la mañana y sin afeitar, se sintió por un momento avergonzado de su aspecto. La culpa la tenía la voz que lo atendió al otro lado del teléfono. A escasos doscientos metros de su casa, una chica tomaba los pedidos de las pizzas con una voz tan de color azul turquesa que Rubén estuvo a punto de disculparse, colgar y volver a llamar con los pantalones puestos. La tal Olga, que a buen seguro cobraba una miseria, tenía la mejor voz que Rubén había escuchado en cualquier emisora de radio, película doblada o línea erótica, y conocía unas cuantas voces de los tres gremios. Voces asalariadas por las que cobran sus propietarias, pero que no se podían comparar en suavidad, sofisticación y carácter a la de la chica que estaba a punto de anotar "pizza mediana de jamón y pepperoni" junto a la dirección de Rubén. Su curiosidad fue tan grande que, abandonado por su chica el día de su cumpleaños, decidió entregarse por una noche al timbre de una voz femenina.


(continuará...)

30 mayo 2008

Revisión gratuita (III)


(continuación de Revisión gratuita I y II)


- “¿Qué ve ahorra?”
- “El mismo dibujo del gato”
- “¿El gato dormido en blanco y negro?”
- “Sí. Y una luz amarilla en el centro”
- “Yo veo lo mismo”
- “¿Pero no me ha dicho que usted ve mis ojos?”
- “Exacto. Y veo a un gato dormido. En blanco y negro. Le veo a usted, señor Martínez, durmiendo mientrras el mundo se le escapa”

- “¿Qué me quiere decir?”
- “Mire luz roja”
- “Es amarilla”
- “Ay, señor Martínez… usted cree que por ser miope de cerca ve perfectamente”

La doctora retiró el aparato de mis ojos. Pero ella no se movió. Seguía sentada frente a mí, mirándome a escasos quince centímetros y rozándome con sus rodillas.

- “Mire luz roja, señor Martínez”
- “Doctora… lo único que veo es a usted”

La doctora Krampf-Dickson se levantó de su silla, tiró levemente de su bata y se sentó sobre mis piernas. De frente, con sus brazos sobre mis hombros. Ya no temía que quisiera matarme, pero eso no significa que estuviera más tranquilo.

- “Ha perdido vista, señor Martínez”
- “Sí, media dioptría en el derecho y un poco más en el izquierdo…”
- “Mucho más”
- “¿Cómo lo sabe?”
- “Ve usted desenfocado. En blanco y negro. Todo está en sus ojos, señor Martínez. Veo a un hombre triste, asustado ante lo que no quierre ver. Es usted gato dormido, prisionerro de imágenes del pasado”
- “¿Todo eso lo ve en mis ojos?”
- “Retina humana graba como cámara de televisión. Querrido señor Martínez, tiene usted ojos de un muerto. Con optografías. Veo última imagen, veo mujer, y veo mujerres idealizadas. Dibujos absurdos en blanco y negro, desenfocados…”

Yo había ido a la óptica, no al psicoanalista ni a un salón de sado-maso. Sólo quería revisarme la vista, pero por el mismo precio me estaban revisando la cabeza y parece que algo más… Tal y como me estaban describiendo mis ojos, decidí mirar mejor con las manos y comencé a acariciar las medias de rejilla de la doctora Krampf-Dickson.

- “¿Ahorra sí ve luz roja, señor Martínez?”
- “Ahora sí…”
- “Puede elegir entre ojos de muerto, con optografía grabada, mirar dibujos absurdos desenfocados en blanco y negro. O puede elegir mirar vida en color”

Mi doctora y yo nos rozábamos los labios. Frente a aquella cegadora luz roja tomé una decisión sobre qué hacer con mi vista.

- “Definitivamente, doctora, prefiero en color”
- “Buena elección, señor Martínez… Le recuerrdo que esta revisión es gratuita”


Fin


27 mayo 2008

Miss Skyline

No sé quién de los dos llegó primero a la ciudad, pero sí tenía claro que en aquel far west de la Costa Este no había sitio para ambos. Grace y yo nos batíamos cada domingo en un duelo al amanecer, marcado por las doce campanadas de la catedral de San Patricio. Repicaban semanalmente para recordarnos que en la ley del Oeste no basta con tener puntería, también es imprescindible ser el más rápido. Aquella mañana de domingo ella disparó primero: “Si llegué hasta lo más alto empezando desde abajo no voy a dar ese salto que me deje sin trabajo”.

Su SMS llegó primero, así que esperé hasta el mediodía del domingo siguiente para intentar desenfundar antes. Fue rápida, pero apuntó mal: yo no quería que dejara su trabajo. Simplemente necesitaba que abandonara la ciudad. Grace había logrado su puesto de secretaria del alcalde a base de polvos. Igual que su limusina, su apartamento con vistas a Central Park o su fondo de armario sin fondo. Habíamos superado sobradamente nuestra relación, pero lo que no soportábamos era vernos cada mañana en las portadas de los periódicos locales. La secretaria-amante más famosa de la Gran Manzana contra el magnate de la prensa más codiciado de la soltería neoyorquina. Sí, nos odiábamos, y queríamos que uno de los dos desapareciera de allí para siempre.

“Coches caros, flashes, fama, mucha tele y poco estudio… cada noche en una cama no fue nunca un buen preludio”. Touché. Aquel otro domingo mi bala fue más rápida. A las doce del mediodía su móvil tuvo que sonar como un trueno rasgando el cielo de su mañana de resaca. La imaginé echando mano a su cartuchera, pero demasiado tarde. Tendría que esperar una semana para intentar devolvérmela.

20 mayo 2008

Esta vez no

Me da igual que no lo admitas
pero no tienes ni idea.

Llora rimmel, patalea,

pierdes más cuanto más gritas.

Crees que por un par de citas
este perro ya babea.
Pero paso y te mosqueas.
¿No ves que así no me excitas?

No beso el suelo que pisas,
no muero por tus entretelas.
No me importa, me la pelas.
Prefiero echarme unas risas.

Tampoco voy a negarlo,
eres mi tipo de chica:
guapa, lista, medio rica,
pero paso de empezarlo.


14 mayo 2008

Revisión gratuita (II)


(continuación de Revisión gratuita I)


- “Poca gente sabe acerca de optografías

La alemana loca seguía tocando el cacharro que me había puesto en los ojos. No dejaba de hablar de la chorrada esa de los ojos de los muertos.

- “En siglo diecinueve, doctor Wilhelm Kühne vio últimas imágenes en ojos de rana muerta”
- “Ahá. ¿Y qué vio?”
- “Vio fuego. La habían quemado”
- “Madre mía”
- “¿Le da pena?”
- “Hombre… pobre rana”
- “La quemó él. Era rana de laborratorio
- “Ahá… claro”

Estuve tentado de preguntarle si yo también era un cliente de laboratorio. Del laboratorio particular de la doctora Krampf-Dickson, esa mezcla entre ama dominante y catedrática de ciencias que me hablaba a quince centímetros, con un aparato óptico separando nuestras miradas.

- “¿Qué ve ahorra?”
- “Los dibujos en blanco y negro”
- “Pero cuál”
- “Pues… es como un gato durmiendo o algo así. Está desenfocado. Creía que usted también lo veía”
- “No, yo veo sus ojos”

Si estuviéramos en los años treinta y la óptica fuera el castillo de Nuremberg, estoy seguro de que la doctora sería una de esas científicas mezquinas al servicio del Tercer Reich en busca de la raza perfecta, del soldado-zombi invencible o del cliente idóneo con el que fabricar gamuzas limpiagafas.

- “¿Quierre saber qué veo?”
- “Ehm… bueno, algo de astigmatismo, supongo”
- “Veo fuego”

Vaya mierda. Ahí sí que me acojoné de verdad. Me estaba viendo igual que la pobre rana del siglo diecinueve. Aquel batracio y yo nunca sospechamos que acabaríamos nuestros días al servicio de la ciencia. Ella, sacrificada por el futuro de la criminología. Yo, subyugado por el imperio de las gafas.

- “Veo el fuego apagándose en un hombre que ha olvidado la pasión”
- “¿Perdón?”
- “Lo veo en sus ojos, señor Martínez. Está grabado en su retina. Las mujerres le han hecho sufrir”
- “Ehm… sí, bueno. Verá, yo venía por lo de la revisión…”

Los nervios iniciales que se convirtieron en miedo dieron paso a una inesperada sensación de alivio. Que rápidamente se transformó en curiosidad por saber qué habría debajo de esa bata. La doctora Krampf-Dickson seguía hablándome a un palmo de distancia, con sus labios rojos apuntándome y sus medias rozando el exterior de mis rodillas. Soy miope, pero de cerca veo perfectamente.

- “Todo está en sus ojos, señor Martínez. Como cámara de televisión”


(continuará...)


13 mayo 2008

Revisión gratuita (I)


- “Coloque aquí la nariz y mire a través de las lentes”

Soy incapaz de imaginar cómo funcionan los cacharros de las ópticas. Son grandes, mecánicos y llevan treinta años sin evolucionar, pero te dicen cuánta miopía tienes. Por eso siempre me he fiado de los ópticos. En mi caso, de la óptica. La doctora Krampf-Dickson, la de toda la vida, que con ese acento y ese aspecto bien podría trabajar en un salón de sado-maso.

- “Mire fijamente luz verde”
- “Vale”
- “Qué imagen ve mejor, ¿izquierda o derrecha?”
- “La izquierda”
- “¿Y ahora?”
- “La izquierda también”
- “¿Y ahora?”
- “No sé… la derecha”
- “¿No sabe? Qué ve mejor, ¿izquierda o derrecha?”
- “Derecha, derecha”

Entre la mala leche y esa bata blanca en combinación con todo el surtido de aparatos expuestos sobre la mesa, me daba la sensación de que la doctora me iba a sacar los ojos en cualquier momento.

- “Ha perdido vista. Media dioptría en ojo derrecho y algo más en izquierdo”
- “Vaya…”
- “Ahora verremos astigmatismo”
- “Muy bien”

La doctora colocó sobre mi cara otro cacharro de esos, pero portátil, del tamaño de un libro. Lo sujetaba con la mano. A un lado, mis ojos miraban a través de dos agujeros. Ella miraba por el otro extremo.

- “Mire luz roja”
- “…Es amarilla”
- “Usted mire luz”

La doctora tocaba algo que enfocaba y desenfocaba unas imágenes en blanco y negro. Yo miraba fijamente un punto de luz amarilla. Reparé en lo absurdo de la escena: aquella alemana psicóptica y yo estábamos a un palmo de distancia, observando un dibujo desenfocado, y empecé a sentir su aliento en mi cara.

- “¿Ha oído hablar de optografías?”
- “¿Ortografía?”
- “No, optografías. Con ‘P’ de prisionerro

La doctora Krampf-Dickson estaba empezando a acojonarme. Con la puerta cerrada, tanta máquina rara y esas medias de rejilla cercando mis piernas, no sabía si saldría vivo de esa sala o si al final no iba a tener prisa por salir…

- “Optografías son imágenes que capta retina humana”
- “Ah… no lo había oído nunca…”
- “Ojo humano graba imágenes, como cámara de televisión. Y permanecen en retina como impresora”
- “Qué interesante”
- “Mucho. Y muy desconocido. Criminología no sabe que optografías dicen quién ha cometido asesinato, porque última imagen permanece en retina humana…”

La situación se arrimaba a la peor de las opciones. Más de veinte años como cliente de la óptica del barrio y por media diptría de mierda mi vida empezaba a pasar ante mis ojos desenfocada y en blanco y negro.


(continuará...)


12 mayo 2008

Un poquito de realidad

Emperatriz del sureste, reina del asfalto, vasalla celeste. Triste, fuerte, jode no tenerte. Obra de arte, no dejo de admirarte. Por no hablar de hablarte. Te hablo, me hablas, te ríes, me duele. Te hablo, no hablas, apago la tele. Y duele. Tú no lo sabes pero te juro que duele. Estás prohibida, mi entierro en vida, no quiero la guerra. No es por Argentina, no es contra Inglaterra. Es tu primavera. Después el verano, acepto las reglas. Jugaré sin manos. Ni un solo mimo, sólo vale olerte, por eso me arrimo. Tu vida, mi suerte. Despierto por verte. Tu risa, mi muerte. Vivo, pero inerte. Por la línea uno. Véndeme más humo, juega a mentirme, a hacerte el desayuno, secarte en la ducha, romper juntos la hucha. Cambiar el futuro. El presente es duro. Tu pasado, mi muro. Ya no quieres otro, la yegua y su potro. Caballo o jinete, cinco, seis, siete. Sabrá merecerte, así es como se invierte. Y sientes. Sientes que lo tuyo es suyo. Que en casa no entra el murmullo. Y así. Siempre así, qué orgullo. Envidio tus horas. La felicidad que no añoras porque ya la tienes. Y si no, qué bien mientes. Las noches calientes, la lengua en los dientes, la casa, el coche, un plan que te inventes. Lo tienes. Y sientes que la vida pasa. Tu satisfacción ahí se basa. Pasar a la acción, frenar a traición, reír, llorar, perder la discusión. Vestirte de atracción. Celos, seducción. Sin soltar el timón. Tu barco, un galeón. El tesoro, ni un doblón. Jugando a ser pirata vestida de azafata, por mares, lagos, ríos y cataratas. Tramposa, beata, haciéndote la ingrata. La mala más sensata. Es vivir, de eso se trata. Borraste la soledad. Mientras todos los demás le echamos al café un terrón de realidad. Es la vida en la ciudad. Cada uno con la suya. Yo a la mía, tú aleluya.


07 mayo 2008

Al altar

Era una de esas tías que me veían como el marido perfecto. Y nada más. Para mí, la perfecta era ella: sonrisa de anuncio de clínica dental, centro de gravedad imprescindible en las fiestas y tanga al descubierto cuando conducía su moto. Pero Sofía me resultaba inaccesible aunque me dejara todas sus puertas abiertas. Todas, menos una. Cada vez que le insinuaba algo me salía con lo mismo: “tú y yo iremos juntos al altar”. Cosas de ese estilo que, lejos de hacerme feliz, me hundían cada vez más en el charco de la impotencia.

- “¿Y quién cojones te ha dicho a ti que lo que quiero es casarme contigo?”

Obviamente, nunca se lo dije. La única frase con la que logré desestabilizarla se la solté en una terraza de Madrid una noche de verano: “si no te conociera de antes hoy me habría enamorado de ti, pero te conozco y sé que llevo enamorado mucho tiempo”. Esa noche lo mandó todo al carajo, novio incluido, y acabamos en su cuarto. Después de aquello nada volvió a ser igual.

Han pasado seis años en los que poco a poco dejamos de hablarnos. Pero el otro día recibí una llamada de Sofía (¿quizá porque ella recibió la de la maternidad?). “¡Cuánto tiempo! ¿Cómo va todo? Sí. No. Claro. Muy bien”. Quedamos en otra terraza. Ella fue en taxi, había vendido la moto. Sus dientes estaban amarillos por el tabaco y había perdido esa gracia que la hacía tan especial. Su sonrisa no era la misma.

- “Así que tienes novia… ¿Y pensáis casaros?”
- “Quién sabe, Sofi. A lo mejor algún día”
- “¿Y ella qué dice?”
- “Que nunca se casará conmigo”

Hoy le he contado a mi chica cómo me gustaba Sofía. No se ha puesto celosa. Después le he pedido que se case conmigo. Ha dicho sí. Se lo he contado a Sofía con un mensaje y me ha contestado pidiéndome un favor: quiere ser mi madrina para acompañarme al altar.


22 abril 2008

Las cinco sentidas

No era ningún secreto que a Ricardo Sensorial le gustaran mucho las mujeres. Le gustaban tanto que algunas creían que le gustaban todas. Pero no era cierto, y ahí sí que se escondía un gran secreto: ¿quién le gustaba realmente a Ricardo? Sus amigos se lo preguntaban a menudo y sus amigas sentían una gran curiosidad. Pero él nunca respondía con transparencia. Como si verdaderamente le gustaran todas o como si en realidad no le gustara ninguna. Hasta que Visitación, la más guapa de sus amigas, le planteó en serio la pregunta.

- “Ricardo, me tienes confundida. A veces creo que sientes algo por mí, pero luego me da la sensación de que eres así con todas”
- “¿Y eso te molesta?”
- “Sinceramente, sí”
- “Eso va a ser porque te gusto…”
- “A lo mejor la que te gusta soy yo, so imbécil… ¿Me vas a decir quién te gusta?”

Varias verdades parecían estar a punto de ser reveladas y Ricardo decidió sincerarse con su amiga. Visi esperaba con cierta emoción el momento de conocer el gran secreto de Ricardo Sensorial.

- “Tengo cinco favoritas, Visi, y no las he elegido yo, son ellas las que han conquistado cada uno de mis sentidos”
- “¿Cinco? No lo entiendo”
- “Verás, Visi, tú eres una de ellas. Eres la más hermosa y no lo puedo evitar: tu belleza ha cautivado mi sentido de la vista”

Las palabras de Ricardo produjeron en Visitación un imprevisto agrado, pero no podía ignorar que después venían las otras cuatro… “Continúa”, le dijo.

- “El oído es de Idoia, ¿te suena? Adoro el tono de su voz y su timbre sensual la ha convertido en la predilecta de mis tímpanos. El olfato es para Ofelia, pero ella ni se lo huele. A veces busco su compañía sólo para dejarme cautivar por su arrebatador perfume. El gusto lo ganó Gustava, pero me sabe mal. Nunca le he confesado que cada vez que nos besamos descubro nuevas texturas. Y el tacto es de Taciana, eso se palpa. La tersura de su piel y la suavidad de su pelo me han convertido en adicto a sus caricias”

- “¿Y cuándo vas a sentar la cabeza, hijo de puta?”

Así las sentía Ricardo, que no había elegido a sus cinco dueñas. Prisionero de sus propios sentidos, Ricardo Sensorial descubrió que sólo un sexto sentido lo podría liberar.


30 marzo 2008

El momento más feliz de mi vida (y III)

Me prometí a mí mismo no dedicarte más textos en este blog, pero el anuncio de tu boda bien merece una última excepción. Después de todo, nuestra historia no ha sido más que una sucesión de tragicómicas excepciones que, aunque te empeñes, nos han reportado mucho más que tormento. A mí, sin ir más lejos, me ha regalado el momento más feliz de mi vida. Pero es la tuya la que toca plantearse ahora.

No es este el lugar para hablar de algunas cosas. Pero sí es el lugar para entregarte un último deseo. Desde antes de que te fueras hace tres meses supe que no ibas a volver. Ni las lágrimas, ni los proyectos, ni que dejaras en mi coche tus apuntes para que te los devolviera a la vuelta pudieron convencerme. No porque no quisiera creerte, sino porque te conozco mejor de lo que te conoces tú. Sabía lo que iba a pasar, y desde que me despedí de aquella chica preciosa que lloraba medio dormida bajo su frazada negra no se me ha vuelto a escapar una lágrima. Tampoco estás ya entre mis proyectos ni tus apuntes han salido del maletero en el que los dejaste.

Pero eso no quiere decir que no me importes. Ni que cada vez que voy a casa desde la M-30 no mire a esa ventana en la calle Costa Rica por donde se colaba tanto frío. Ni que me haya dejado de gustar esa canción que, dándole la vuelta, me dedicaste después de una de nuestras discusiones en noviembre.

Tampoco quiere decir que estas líneas no las esté escribiendo con la última carilina a mano, por si de repente tiene que demostrar que aún sirve para lo que la compraste hace casi cinco años. Muchas cosas pendientes quedarán para siempre sin hacer, desde aquellas clases de tango en La Boca hasta la decoración de nuestro piso en Madrid. Muchas cosas que te dije no te las repetiré, y otras que no te he dicho quiero que las escuches hoy. Como que tienes el despertar más dulce, divertido y enternecedor que existe. Que tus ganas de reír y, sobre todo, de hacer reír, te distinguen incluso más que ese foco deslumbrante que tus ángeles dirigen hacia ti cada vez que sales de casa. Que ha sido fascinante aprender contigo; intuir en qué momentos no hay que dejarte sola y cuándo no hay que apagarte la luz, acertar al acariciarte el pelo sin que lo pidas y saber cuándo no hay que hacerte caso. Que no tienes ninguna credibilidad en tu papel de fría e implacable abogada, porque esos ojitos infantiles delatan que algo no ha cambiado en esa mujer desde que era un bebé que se abrazaba a un canguro de peluche. Que podrás hundir o salvar multinacionales en los mejores despachos del mundo, pero tu inocencia interminable no cabe en ese traje elegante. Que eres una desordenada (esto sí te lo he dicho, pero quería repetírtelo), y que 27 años no son suficientes para tener las cosas claras.

Algo sí que tenemos claro hoy los dos, y debemos aprovechar esa conjunción astral que ha permitido este inusual fenómeno: mi sitio no está contigo ni tu sitio conmigo. Pero antes de extenderme te había prometido entregarte un deseo, y ese deseo es que no des un paso en falso que te impida llegar al momento más feliz de tu vida, que está aún por llegar. Que no te prives de liberar esas ganas contenidas de vivir intensamente un futuro que puedes conquistar sin apenas proponértelo. Porque lo tienes todo, existes porque tenías que llegar y bendices con tu vitalidad el aire que entra en los pulmones de quienes te conocen. Gracias a Dios he tenido la suerte infinita de ser de los más afortunados. Ahora cada uno dirigimos nuestro viaje, y yo ya sé en qué estación no me debo bajar. Mi deseo es que tú tampoco te bajes ahora en la estación equivocada.