22 abril 2008

Las cinco sentidas

No era ningún secreto que a Ricardo Sensorial le gustaran mucho las mujeres. Le gustaban tanto que algunas creían que le gustaban todas. Pero no era cierto, y ahí sí que se escondía un gran secreto: ¿quién le gustaba realmente a Ricardo? Sus amigos se lo preguntaban a menudo y sus amigas sentían una gran curiosidad. Pero él nunca respondía con transparencia. Como si verdaderamente le gustaran todas o como si en realidad no le gustara ninguna. Hasta que Visitación, la más guapa de sus amigas, le planteó en serio la pregunta.

- “Ricardo, me tienes confundida. A veces creo que sientes algo por mí, pero luego me da la sensación de que eres así con todas”
- “¿Y eso te molesta?”
- “Sinceramente, sí”
- “Eso va a ser porque te gusto…”
- “A lo mejor la que te gusta soy yo, so imbécil… ¿Me vas a decir quién te gusta?”

Varias verdades parecían estar a punto de ser reveladas y Ricardo decidió sincerarse con su amiga. Visi esperaba con cierta emoción el momento de conocer el gran secreto de Ricardo Sensorial.

- “Tengo cinco favoritas, Visi, y no las he elegido yo, son ellas las que han conquistado cada uno de mis sentidos”
- “¿Cinco? No lo entiendo”
- “Verás, Visi, tú eres una de ellas. Eres la más hermosa y no lo puedo evitar: tu belleza ha cautivado mi sentido de la vista”

Las palabras de Ricardo produjeron en Visitación un imprevisto agrado, pero no podía ignorar que después venían las otras cuatro… “Continúa”, le dijo.

- “El oído es de Idoia, ¿te suena? Adoro el tono de su voz y su timbre sensual la ha convertido en la predilecta de mis tímpanos. El olfato es para Ofelia, pero ella ni se lo huele. A veces busco su compañía sólo para dejarme cautivar por su arrebatador perfume. El gusto lo ganó Gustava, pero me sabe mal. Nunca le he confesado que cada vez que nos besamos descubro nuevas texturas. Y el tacto es de Taciana, eso se palpa. La tersura de su piel y la suavidad de su pelo me han convertido en adicto a sus caricias”

- “¿Y cuándo vas a sentar la cabeza, hijo de puta?”

Así las sentía Ricardo, que no había elegido a sus cinco dueñas. Prisionero de sus propios sentidos, Ricardo Sensorial descubrió que sólo un sexto sentido lo podría liberar.