Era un feliz miércoles. Me dirigía al Instituto Francés de Madrid, junto a la Audiencia Nacional. Tras sortear las calles que rodean al ministerio público, reservadas exclusivamente a sus insignes empleados, con sus rayas blancas pintadas en el asfalto como antaño, y no verdes ni azules, encontré un lugar en el que estacionar el vehículo. Busqué un parquímetro y, por una vez, lo encontré muy cerca del coche. En la otra acera, un gusanito multaba a algún desalmado conductor. Le miré, me miró y me quedé más tranquilo, consciente de que se había percatado de mi intención de cumplir ante la máquina con mi deber de ciudadano aparcador. Volví al coche, dejé el papelito en el salpicadero e hice mis gestiones. De paso, compré unos croissants en Riofrío.
Me dirigí de nuevo al coche... aún era un feliz miércoles. Mi papelito seguía ahí, recordándome que todavía podía disfrutar de diez minutos más de aparcamiento tras haber pagado el importe que yo mismo elegí. Cómo me gusta elegir. Elegí media hora; sólo gasté 20 minutos. Y con tiempo de sobra para comprar dulces. Los dejé en el asiento trasero, recogí el ticket de la hora y, oh, sorpresa, a tomar por culo el feliz miércoles...
Alguien me había denunciado ante el Ayuntamiento. La nota me avanzaba que las autoridades me exigirían próximamente el pago de 90 euros como sanción. ¡90 euros! Implacable. No anulable. Un atentado contra la Ordenanza de Ciruclación de la Villa de Madrid. Sin duda, debí de haber alterado gravemente el orden y el concierto en los que debe sustentarse nuestra sociedad. Nada menos que la misma multa que me podría caer por tocarle el culo a una menor.
Salí del coche con la misma cara que le imaginaba a Otegi cuando pasara por allí mismo sólo unas horas más tarde. Esa cara que dice a la vez "yo no he hecho nada" y "creéis que soy un delincuente". Pero antes de elevar el asunto ante la Audiencia Nacional decidí buscar al denunciante para intercambiar opiniones. Es momento de dialogar.
Obviamente, el gusanito justiciero había desaparecido. En su búsqueda hallé otro parquímetro, mucho más alejado de mi coche y escondido en una calle perpendicular... En efecto, había aparcado en zona verde y saqué un billete de la zona azul, un poco más barata. No quiero aprovechar este medio para defender ahora la involuntariedad de mi falta. Tampoco quiero abusar más de su paciencia. No voy a trazar un croquis que refleje gráficamente la fácil confusión que genera la ubicación de los parquímetros, tan idénticos ellos por fuera, pero tan diferentes por dentro... No voy a disertar sobre las intenciones de quienes eligieron colocarlos de este modo. Tampoco voy a adelantar a nadie que no pienso pagar jamás esa multa. Tan sólo quiero decir al amigo y municipal funcionario que me vio dirigirme al parquímetro equivocado... gracias. Me encantaría sacar al ciudadano que llevo dentro y esparcírselo por la cabeza.
29 marzo 2006
He sido denunciado
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2 comentarios:
jajajajajajaja
perdona que me ría alfonso, pero tu texto est´ña hecho para la risa. titi, pero no se te ocurra votar a trini o a simancas, que esos nos ponen la bandera tricolor en las clases agustinas, titi... jajajaja
lo ves porqué no me saco el carnet? Deberias haber matado al gusanito ese... le llamáis así por gusiluz? en mi casa se juntan muchos de esos, en mi casa no, en mi barrio.
oye que nada, que una putada, pero gracias a tu entrada ya sé lo q voy a pagar por una culada con niño... ;)
niki!
ay alfonso, yo quiero probar esos dulces del asiento trasero!
y esparcir contigo ciudadanos y ciudadanas, todos y todas por cabezas de gusanitos.
Buenísimo tu blog, por fin puedo aplacar mi seeed de tus letras. Creo que todavía no te has percatado, pero lo añadí a mi fotolog en cuanto lo inauguraste. besos amorfos, deformes y mutantes
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