Pasaban las noches y Neil era incapaz de confesar su aventura a Amanda. Ella cada día se preocupaba más. Sabía que, tras las misiones, los astronautas podían volverse locos, pero no de amor. Y su marido había dejado de hacer cosas normales. Se pasaba las mañanas durmiendo, las tardes entrenando y las noches mirando por su telescopio. Visitaba decenas de agencias de viajes, pero nunca encontraba su destino en el catálogo, y acudía a las oficinas de correos con cartas para las que nunca le daban sello. Hasta que Amanda una noche se hartó.
- “¿Me engañas con otra mujer?”, preguntó muy enfadada.
- “Eso nunca, Amanda”
- “Entonces, ¿qué es lo que pasa?”
- “Neil… ¿qué estás pensando? Necesito que me contestes, y necesito la verdad”
El astronauta no dudó. Miró a los ojos a su esposa y le dio esa verdad:
Fin
6 comentarios:
Bueno, se dio cuenta que ese amor no era posible...
Qué lástima...
Oye, y ella? qué es de la selenita?
besos
Imposible seleccionar mejor la ultima frase...
Pregunta capciosa... la historia ha crecido en torno a la ultima frase?, o ha surgido a posteriori?
Una caja de botellines a la primera... me ha encantado!
De este mundo, pero no de la luna!!!!...magnífico final...maximus...
y un 10 también por la foto.
besitos.
No miente, pero no dice la verdad. Me gusta mucho el juego de palabras, el juego de sentimientos, las verdades encubiertas. No es justo, para ninguno de los personajes. Un abrazo.
Decir la verdad no es lo mismo que decir una verdad.
La pregunta es: ¿qué mundo prefiere el astronauta?
Como siempre, un relato soberbio, crack.
Abrazo
NOOOOOO! NO ME HA GUSTADOOOOO!
Un astronauta no puede hacer el amor con el traje espacial puesto! A no ser que hagan el amor de forma psíquica... lo cual no creo que sea una infidelidad sino una fantasía erótica... Asi que... llegados a este punto, y viendo que es imposible que haya habido infidelidad... ¡ya me gusta! jajajja
Elena SM
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