15 enero 2008

El año que fui Presidente (IV)

La becaria recogía mis cosas del despacho oval. Yo seguía haciendo balance de los últimos nueve meses.

- “Cathy, ¿qué opinas de mi gestión como presidente?” –La chica se quedó perpleja.
- “Qué pregunta, señor… No sabría qué decirle… Creo que es usted un líder justo. Un hombre generoso que se preocupa por el bienestar de sus ciudadanos”
- “Comprendo. ¿Cómo te apellidas, Cathy?”

- “Lee Myers, señor”
- “Pues… Catherine Lee Myers, estás despedida”
- “Pero señor Presidente…”
- “¿Ahora qué opinas de mí, Catherine?”
- “Ahora creo que es usted un cerdo con pintas. Que me mira de una forma que no soporto. Y que quinientos dólares mensuales a cambio de aguantar su hedor es una miseria indigna de esta gran institución” –Cada vez tenía más claro que esta niñata engreída llegaría a ser presidenta.
- “Te nombro desde ahora mismo Secretaria del Departamento para la Sinceridad Federal. Ciento ochenta mil dólares al año, como el Secretario de Estado”

A la idiota le cambió la cara. Sabía que no me había vuelto loco y que lo que le acababa de decir no era ninguna broma.

- “Ehm… Tengo un montón de preguntas que hacerle, señor Presidente…”
- “Sólo contestaré a dos”
- “Como en sus ruedas de prensa… Entonces intentaré ser práctica. La primera es en qué consiste ese nuevo trabajo en mi nuevo ministerio... El de la Sinceridad Nacional”
- “Federal, Catherine, Sinceridad Federal, no te equivoques... Se trata de devolver a este país lo que le corresponde. Yo no soy justo ni generoso, Cathy, igual que mis predecesores. Y el bienestar de mis ciudadanos me preocupa tanto como el tuyo. Soy un presidente del montón… Pero tu Departamento para la Sinceridad Federal me sacará de la lista de los mediocres. Algo digno de esta gran institución, ¿comprendes? Adelante con la segunda pregunta”
- “Ehm… sí. ¿Por qué yo, señor Presidente?”
- “Porque cuando te lo explique serás capaz de mandarme a tomar por culo si no crees en esto. Y porque necesito tu perfecta combinación entre inteligencia, inocencia y ese par de melones capaces de convencer a cualquiera”

Seguimos conversando sobre mi nuevo proyecto. Le di a Catherine un plan detallado de instrucciones. Comprendió y aceptó su misión con un patriotismo modélico. Dos semanas más tarde, Catherine y yo ya estábamos en la antorcha de la Estatua de la Libertad, agotando los últimos e históricos minutos de mi presidencia.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

El giro esta bien, pero yo haria otra segunda pregunta:

-"La segunda es en qué consiste ese nuevo trabajo en mi nuevo ministerio... El de la Sinceridad Nacional, o federal, pero esta vez de verdad"

Es lo que tienen las utopias... que no pueden explicarse "de verdad" ;), no?

Belén dijo...

Si, te volviste loco sin duda!

jajajajjajajajajja

Sinceramente ME GUSTA

Besos!

perla dijo...

Esto es una historia, y no lo que cuentan Los Serrano ...

Como siempre, el puto amo, Maximus.