23 enero 2008

Pensando en la Luna (II)

Sus instrucciones eran analizar la consistencia de la superficie lunar, buscar alternativas energéticas, estudiar la incidencia de la luz solar sobre los polos terrestres y recoger muestras minerales. Pero apenas recogió tres o cuatro. Neil desapareció con su alienígena durante las dos horas y pico que duró el paseo.

A los pocos minutos de pisar aquella arena blanca se la encontró de frente. Extraña, enigmática, celestial. Supo entonces que se había enamorado. Se acercaron, se miraron, no se hablaron. Porque ella no hablaba, se manifestaba a través de estímulos psíquicos.


- “¿Vienes mucho por aquí?”, se manifestó la alienígena, a la que Neil, para entenderse, bautizó con el nombre de Selena.
- “No, pero a partir de ahora creo que vendré más”
- “Con esa mirada me estás atravesando los corazones”, expresó telepáticamente Selena.
- “Y tú tienes los ojos más bonitos del universo”

Neil y Selena se acariciaron rostro y casco, se besaron bajo la luz de la Tierra e hicieron el amor en la cara oculta.

- “Debes saber que estoy casado”, dijo Neil, consciente de que debía regresar al módulo.
- “Aquí la gravedad de eso es siete veces menor”, respondió psíquicamente Selena.
- “Pero te recordaré cada vez que mire a la Luna”, dijo Neil con una lágrima tras su traje de aislamiento.
- “Eso seguro que se lo dices a todas”, bromeó ella.
- “La verdad es que sí… pero esta vez es de verdad. Eres la alienígena más hermosa que he visto nunca”

Los dos nuevos amantes, hombre y selenita, se despidieron sin saber si algún día volverían a verse. A Neil le esperaba un largo viaje de vuelta a su planeta y el difícil momento de la confesión: debería elegir entre Amanda o su amante. Pero regresó al lugar del alunizaje dando largos y lentos saltos de felicidad.

- “¿Dónde te has metido, Neil?”, le preguntaron por radiotransmisión desde el centro espacial.
- “Ni te lo imaginas”, respondió. “Acabo de confirmar la existencia de algo sorprendente, algo a lo que la ciencia nunca ha sabido responder”, decía mientras activaba los controles del módulo lunar, listo para el despegue. “Muchos quieren creer, pero no tienen pruebas; otros niegan su existencia, pero no lo pueden demostrar. Sin embargo yo, tras lo que no ha sido más que un pequeño paso para un hombre, puedo asegurar que existe el amor a primera vista”.


4 comentarios:

Juanjo Montoliu dijo...

Gracias por tu visita, Maximus.
Así que en la luna es así de fácil. Todos los bares que me gustan quedan a muchos kilómetros de aquí.

Saludos.

P.D. Interesante relato, ¿continuará?

Belén dijo...

Jo, vaya descubrimiento ha hecho el Neil!!!!! eso si que cambiará el curso de la Humanidad ;)

Besos!

Anónimo dijo...

Increíble e interesante el punto de vista... lo que para unos tiene una importancia capital, para otros se transforma. Bonito el relato... lo de hacer el amor con el traje puesto no lo vi muy claro, pero prefiero ser romántica ;)

Syl dijo...

Genial ese pensamiento en la lunaII...me leo el I, pero YA!...
Qué suerte Selena...no tener que escuchar en ningún momento eso de "todas las alienigenas sois iguales"

gracias por tu visita a mi blog, maximus.Me gustó mucho el tuyo.

Besitos.