- Sabe a ceniza.
- ¿Qué dices?
- Sabe a ceniza.
- ¿Cómo va a saber la tortilla a ceniza? ¿Estás tonta?
Las cosas no iban bien entre Marcos y Adela. En las pocas horas que pasaban juntos en casa, a la vuelta del trabajo, apenas se hablaban. Y cuando lo hacían todo eran tiranteces.
- ¿Sabes el tiempo que me ha llevado prepararte la cena?
- ¿Estabas fumando cuando la hiciste?
- Por favor, Adela, déjate de gilipolleces…
Marcos llegaba a casa una hora y media antes que Adela y siempre le tenía la cena lista. Un par de años atrás ni siquiera sabía freír un huevo, pero ella le enseñó lo básico, después él compró algunos libros, le echó unas cuantas horas y se convirtió en un nada despreciable cocinero. Pero lo que había comenzado como un gesto de entrega a su novia acabó aquella noche por convertirse en un motivo de discusión.
- ¿Sabes por qué te sabe a ceniza? Porque estoy muy quemado, Adela.
- ¿Tú estás quemado? ¿Y yo cómo estoy? ¿Lo sabes?
- Tú estás deseando levantarte de la mesa y plantarte delante del ordenador a ver videos de Youtube.
- ¿Qué pasa con Youtube?
Adela apenas había navegado por Internet hasta que conoció a Marcos. Él le enseñó a utilizar los buscadores, le abrió una cuenta de correo electrónico e incluso comenzaron un blog, que duró dos entradas.
- ¿Me puedes decir qué pasa con Youtube, Marcos?
- Que me tienes hasta los huevos, viendo una y otra vez los discursos de Obama.
- No me lo puedo creer. ¿Ahora el problema es Obama?
- Sí, es Obama. El puto Obama y sus discursos, que me los sé ya de memoria, coño. Te podrías poner unos cascos, ¿sabes?
- Joder, Marcos. ¿Te pido yo que escuches la tele con cascos? ¿Te crees que me interesan los monólogos de Buenafuente?
- Venga ya, Adela. Una cosa es la tele y otra es el ordenador, no me jodas. Nadie escucha la tele con cascos.
- El humor catalán… Que os creéis los más graciosos.
- ¿Qué pasa?
- Que no me hacéis gracia. Ni Buenafuente ni tú.
- Y yo con Obama me descojono, ¿no te jode? Mira, Adela, por favor…
Se levantaron de la mesa y cada uno se fue a su feudo. Marcos, a la cocina en la que Adela le enseñó la diferencia entre hervir y guisar. Adela, al ordenador en el que Marcos le descubrió que Hotmail no es una página pornográfica. Encendió los altavoces y conectó los auriculares que llevaba en el bolso: “así sólo lo oigo yo”. Marcos, mientras recogía la cocina, probó la tortilla que le había preparado a su novia: “hostias… sabe a ceniza”.
9 comentarios:
Jeje, qué bien me viene recordar que tener pareja no siempre es maravilloso...
Ahora bien, me parece poco creíble que Marcos se irrite con los discursos de Obama,con lo buena gente que es... seguro que luego en secreto le hace una donación de 1000 dólares.
Abrazos, rata.
Nacho
Me encantan tus relatos...
Hay que ver como son las parejas a punto de romperse, que por cualquier cosa saltan...
Tortilla sabor a ceniza? que asco por dios jajajajajajaj
besicos
Real como la vida misma... Si es que cuando queremos nos irritamos por nada.
Qué preciosidad de relato, aún con regustillo amargo. Es como la vida misma. Hay cosas que no son precisamente idílicas, en eso consiste. Y lo que hoy te une, mañana te separa. Besos.
ajaja... en algo me vi identificada, a mi las tortillas no me quedan muy bien, ajajaja...
besos...Qettah
¿Has probado la tortilla pero con patatas chips?
jejeje...
Rompelas un poco primero y que reposen con los huevos unos 10 minutos... blanditas...
Parece una frikada... lo sé...
:-P
Siempre es mejor una tortilla con sabor a ceniza, que una hecha con patatas cocidas SIN PELAR LA PIEL DE LAS PATATAS. Y si me apuras, puede que hasta sin lavar...
No recuerdo cuando te dije algo antes aquí, soy otrs y soy la misma. Un ruego: Haz que sean pareja homo, te saldrá mejor la historia.( isabel-barcelona )
Publicar un comentario