Treinta y dos metros cuadrados menos doce de terraza, veinte habitables. Cuando Gustavo y Victoria hablaban de su nidito de amor, así, en diminutivo, era por algo. Quitando el baño, en el estudio de la parejita todo estaba a la vista. El fregadero, la nevera y la lavadora nada más entrar. Y a la izquierda, la cama frente a una pequeña mesa en la que, además de la tele, plantaban el portátil, el router y un pequeño portafotos para recordar su beso delante de la torre de Pisa.
Allí Gustavo era feliz, tomando el sol en verano y calentito con sus mantas en invierno. Y con Victoria, claro, a la que esperaría con alguna sorpresa cuando llegara el domingo de su viaje a París. Una de esas ferias internacionales que tanto le molestaban a Gustavo, pero por las que tanto peleaba Victoria en su empresa. Tres días en inglés tratando de captar clientes entre miles de ejecutivos… el plan preferido de Victoria y sus compañeros comerciales un fin de semana al mes.
Antes de aquel viaje discutieron. Y justo el día de San Valentín. Nunca se llegaban a tirar los trastos a la cabeza porque, entre otras cosas, no les cabían más trastos en casa. Y un router es demasiado trasto como para ser lanzado, excepto si el objetivo es –permítanme– algún representante de la compañía de telecomunicaciones. El caso es que a Gustavo no le gustaba pasar solo el fin de semana entre esas cuatro paredes y Victoria le recriminaba su actitud egoísta. Pero decidió cambiar y, para darle una sorpresa a su novia, fue a comprarle unas braguitas a Victoria’s Secret.
(continuará...)
6 comentarios:
Pues a esperar el siguiente, pero huele a cuernos :)
besicosssss
Y a mí que me da que hay sorpresa oculta... esto de las entregas es para matarnos de la curiosidad, verdad? ;)
Hasta prontito, besos.
A mi tambien me huele a cuernos, belen, aunque viendo la alta dosis de ficcion de la historia (alguien deseando trabajar el fin de semana, o un hombre heterosexual comprando lenceria) tal vez no...
Mierda... ya estoy otra vez enganchado con los numeros romanos... grfss!
Si son de Victoria´s Secret seguro que caben, y, además, son arrojables.
Espero ansioso cual será el secreto de Victoria, y de qué Victoria; aunque yo también temo que este relato hable de derrotas.
Hola Maximus!
Cómo estás? Te pido perdón por tardar tanto en devolverte la visita.
He estado viendo tu blog y me ha gustado, así que con tu permiso, lo enlazaré al mío.
Sobre tu post, tengo que decirte dos cosas:
1. Que si le tiras un router a la cabeza a un representante de empresa de telecomunicaciones, encima te lo harán pagar si lo rompes.
2. Espero que el segundo capítulo venga pronto.
Un abrazo
Hola,los intrincados senderos de Isabel me han hecho aterrizar aquí, justo en mitad de tus 20 metros cuadrados, si, justo al lado de la mesa con el router,de hecho, estaba viendo el rollo de celo mientras tú lo buscabas. Bueno, quiero decirte que me he quedado enganchada al relato y que me pasaré por aquí para ver en que termina (prometo no molestar mucho, me quedaré en una esquina)
Saludos
Irene
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