17 abril 2006

A mi novia le regalo calcetines

Me gustan los pies de mi novia, tanto o más que ella. La gente no lo entiende. Pero ella sí, o al menos eso creo, puesto que nunca me ha preguntado por qué cada noche, antes de acostarme, reparto tres besos entre todo lo que viene a ser su cuerpo. Sus pies son presumidos, juguetones, pícaros e imprevisibles. Paso horas con ellos. Y no soy uno de esos tipos raros que se excitan con los pies. A mí sólo me gustan los de mi novia, y yo le regalo calcetines.

Me suelen hacer esa vieja pregunta: “¿perdonarías una infidelidad?” Y yo siempre respondo: “depende… ¿de tobillos hacia arriba o de tobillos hacia abajo?” En la oficina me acuerdo de sus pies y los echo de menos. Cuando estoy de viaje también me acuerdo de ellos. Por eso siempre pregunto por teléfono cómo están esos dos pequeños piececillos. A veces pienso que le regalo calcetines porque siento que fueran una parte de mí, y así puedo acariciar sus pies cuando no estamos juntos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ays
desconoces mi faceta pastelona...
y es que con un texto como este suspiro...