-Techo: completamente abollado después de que unos desconocidos bailaran sobre él durante una nochevieja en Valencia. Dos días antes el coche había sido dado de baja de su seguro a todo riesgo. Era como si aquello estuviera pronosticando algo grande...
-Puertas traseras: columnas de garaje, no digo más. Tanto la izquierda como la derecha. Antes aparcaba en una plaza estrecha de arquitectura trajana y dormía poco porque trabajaba de noche. No más excusas.
-Aleta delantera izquierda: este me lo hicieron. Aparqué un par de horas junto a mi casa y cuando volví tenía un bollo neoimpresionista. Por supuesto, el autor no dejó nota.
-Parachoques trasero: Denia es la ciudad con los bordillos más altos del mundo.
-Capó: sin duda, mi obra maestra. El Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón decidió podar el día en el que empecé a trabajar allí. “Su vehículo ha sido afectado por el árbol”, decía una nota manuscrita de la Policía Municipal sobre el parabrisas de mi recién abollado autito. Un año después en un atasco, un decidido impacto a 10 km/h contra la rueda de repuesto blindada de un portentoso todoterreno hizo el resto. Imposible que colara ya lo de la rama.
