Juancho había dejado de fumar, conservaba una excelente forma física desde que perdió aquellos kilos que le sobraban y se había convertido en un marido atento y cariñoso. Todo gracias a los propósitos de año nuevo. Cada 31 de diciembre, Juancho se proponía una meta y en unas semanas la había alcanzado. Un tipo normal por fuera, calvo y un poco narizotas, pero con un torrente de fuerza de voluntad por dentro. Juancho era el amigo ideal y un padre modélico. Apuntarse al gimnasio, aprender inglés, leer El Quijote, dominar la cocina... No le quedaba nada que mejorar. A sus cuarenta años, y tras cumplir cuarenta propósitos, era, sencillamente, perfecto. Así que esa nochevieja se propuso algo diferente. Como ser humano ejemplar, había llegado el momento de darse a conocer al mundo. Juancho, aquel 31 de diciembre, se concedió un plazo de doce meses para ser portada de Time.
(continuará... lo prometo)
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