Surgen de la azarosa condensación del vapor, el viento y las altas temperaturas. Se aproximan lentamente como una suave tormenta, cobran fuerza a su antojo, avanzan, te atrapan y, cuando quieres reaccionar, sólo puedes lamentar la destrucción que han provocado. Para entonces, ya se habrá esfumado en el aire. Los huracanes son tan terribles como inevitables y, en años como este, tienen nombre de mujer. Cada uno con su letra, la A para Ana, la C para Claudette, la E para Erika.
El huracán T llegó por casualidad, pero tardó muy poco en pasar de leve brisa a tormenta tropical. Sin embargo, sus vientos soplaban transparentes, cargados de nobleza y dignidad. Porque T, al contrario que el resto de agentes atmosféricos, avisó. Y pronto alcanzó la categoría 1.
Olvidé las recomendaciones de resguardarme en un lugar seguro, hacer acopio de víveres y capear el temporal. Las olvidé o tal vez quise ignorarlas. Y el huracán T fue adquiriendo cada vez más fuerza. Sus remolinos danzaban con exquisita dulzura. Sus ráfagas, frescas ante el calor, cálidas contra el frío, resultaban el mejor lugar para envolverse. Y el huracán T ya era de categoría 2.
Una racha de cordura me invadió en medio del vendaval y decidí correr a refugiarme. Tapié puertas y ventanas, blindé muros y tejado y sellé mi alma a cal y canto. Pero una bocanada de locura se coló por una grieta y salí inconsciente a la tormenta. T era por entonces un hermoso huracán de categoría 3 de esos que sabes que no pasarán dos veces.
Con rachas de más de doscientas risas por hora y ráfagas de setenta besos por minuto, T comenzó a dejarse sentir en cimientos y estructuras. La solidez de mi armazón comenzaba a flaquear y aquel ciclón, lejos de perder fuerza, alcanzó sin miramientos la peligrosa importancia de la categoría 4.
La categoría 5 es demasiado dolorosa. El huracán T, un torbellino de honestidad, marcha ahora hacia otras regiones, dejando tras de sí las consecuencias de sus pasos. Por eso esta noche, mientras retiro tu foto de la mesilla, lo hago con el deseo de que el recuerdo de tu brisa se cuele algún día por esta ventana que desde hoy vuelve a estar enladrillada.
6 comentarios:
Y si te avisa, no es traidor...
Besicos
Jo tio... dan ganas de hacerte cositas...
Es precioso...jo. Debe ser genial inspirar algo así.
Un abrazo
Desapareciste con el huracán!? Bs
Toc ! Toc !
Tratando de tirar los ladrillos ...
Puedo compartirlo en mi facebook? me ha encantado!!!!
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