09 agosto 2009

Su salud y la de quienes le rodean

No tengas prisa. El mundo es ancho y nuestros sueños también. Mucho más que esa ranura de la máquina del tabaco. Si lanzamos la moneda y sale no, pasarás el resto de tus días reviviendo su giro en el aire, contando mentalmente caras y cruces e imaginando qué hubiera pasado ciento ochenta grados después, ciento ochenta grados antes. Y el tiempo no devuelve el cambio.

No es cuestión de azar, introduzca importe exacto. Es cuestión de despertar en esta pesadilla de las dudas. De responder a todas y cada una de las preguntas que formula tu piel cuando se aproxima a la mía. De resolver la ecuación de resultado exacto, con los milímetros contados a los que surgen las insalvables ganas de abrazarte. De completar la derivada en la que la incógnita eres tú, en la que la incógnita soy yo, y que gira y se complica en cada pausa para fumar. Esta situación perjudica seriamente la salud. Quizá también la de quienes nos rodean.

Por eso te digo que no tengas prisa. Yo también me acordaré de ti ante alguna puesta de sol.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

BRAVO II.
Las ganas de follar son generalmente puntuales, comprensibles y relativamente intercambiables. Pero las imparables ganas de abrazar, sin embargo, suelen ser duraderas, inexplicables, y extraordinariamente poco comunes. Un abrazo.
Nacho

Belén dijo...

Quizá tengas razón y todo sea azar...

Besicos