07 enero 2009

La verdad sobre los Reyes Magos

El 7 de enero Marquitos no dejaba de darle vueltas al mismo asunto. ¿Debía o no debía contarle a su padre que había descubierto la verdad sobre los Reyes Magos? Cierto es que el día anterior había pasado quizá el mejor día de reyes de su vida, a pesar de que fue el primero que no pudo compartir con su mamá. En la mañana del primer 6 de enero después del divorcio de sus padres, Marquitos abrió sus regalos con más ilusión que nunca. Y eso que sólo unas horas antes, presa del más absoluto asombro, había descubierto a su padre colocándolos sobre el sofá del salón.

Ocurrió más o menos a las dos de la madrugada. En los últimos tres meses Marquitos no dormía bien. Antes, era su madre quien le arropaba en la cama, le leía un cuento y le daba un beso de buenas noches cuando ya se había quedado dormido. Desde octubre, lo hacía su padre. Le arropaba en la cama, le leía un cuento y le daba un beso de buenas noches, porque Marquitos fingía quedarse dormido para que papá no sintiera que algo estaba haciendo mal. Pero le costaba dormir. Aquella noche de reyes, además, se hacía mucho pis.

Marquitos se levantó de la cama confiando en que aún no hubieran llegado los reyes. Miró el reloj: eran las dos menos cinco. "A lo mejor hasta las dos no llegan", pensó, y abrió la puerta de su dormitorio para cruzar con decisión el pasillo que llevaba hasta el baño. Pero había luz. A medio camino, donde estaba el salón, alguien hacía ruido. Marquitos comenzó a temblar de emoción. Sabía que no debía ver a sus majestades de Oriente, pues podrían marcharse enojados con sus regalos y castigarle con carbón. Pero la tentación era demasiado fuerte, incluso para un niño de seis años. Se acercó en silencio hasta la puerta y, confiando en que los tres reyes estuvieran ocupados y de espaldas, asomó la cabeza. La sorprendente realidad estaba ante sus ojos: no era otro más que su padre el que colocaba los regalos.

Con la boca y los ojos abiertos como platos, a punto estuvo de hacerse pis encima. Llegó al baño por los pelos, donde continuó con la boca abierta. Pensaba en todo el tiempo que había pasado ignorando la verdad, en todos esos impostores de barba y corona que decían tonterías en el centro comercial, en el colegio y hasta en la tele. Lamentó que tantos y tantos niños tuvieran que seguir engañados, pero entendió que era mejor así. Salió del baño y, antes de volver a su cuarto, decidió echar otro vistazo al salón. No porque no pudiera creerlo, sino para contemplar de nuevo a su padre. Esta vez sin sorpresa, sólo con el tremendo orgullo de ser hijo de aquel hombre. El que le había convencido de que debía dormirse antes de que llegaran los reyes. El que pasaba tanto tiempo ocupado durante el año, seguramente preparando la noche más importante de todas, aunque tanto trabajo le costara la ruptura con mamá. El que no actuaba en grupo, sino repartiéndose la tarea para que les diera tiempo a visitar todos los hogares del mundo. El que pasaría el resto de su vida sin saber que su hijo había descubierto la verdad más emocionante de todas: que su padre era uno de los tres Reyes Magos.







3 comentarios:

Belén dijo...

Te vas a reir, pero cuando me dijeron que los reyes eran los papas, yo pensé donde coño estaba Baltasar... vaya ful!

Besicos

Jarvisey dijo...

Eso no es cierto. Los reyes magos son mis padres y punto!!!! el de marquitos es un principiante!!

Pero por qué tendremos que crecer? yo aún sigo viviendo la noche de reyes con la misma ilusión, los mismos preparativos para los reyes y los camellos, las mismas tonterias... tdo igual.. y me hace pensar que podemos seguir teniendo ilusión!

Ariadna dijo...

Qué geniaaalll!!! feliz año y ojalá que el padre de marquitos te haya dejado muchos regalos

Un abrazo