-"Perdona, chica, es que a veces se me olvida que tienes novio... de ahí viene todo, ¿captas? A veces hasta se me olvida que yo también tengo novia..."
Julián se estaba metiendo en un jardín, y a punto estaba de meterse también en un lío. El caso es que donde él quería meterse no había manera de hacerlo. Su compañera Esperanza, una rubia espectacular con la que compartía despacho, le acababa de llamar por teléfono para pedirle que, por favor, dejara de comportarse así en horas de oficina.
-"En serio, Espe, a veces se me olvida, y claro, cuando se me olvidan las dos cosas a la vez pues es cuando digo todas esas tonterías, pero vamos, que no te preocupes... Lo capto. O sea, que lo siento si te he molestado, pero que no es por nada, ¿captas? Solamente es eso, que soy un poco así, ya sabes, como que no sabes por dónde te voy a salir..."
Ni él mismo sabía por dónde iba a salir de ahí. Lo de Julián no era mala fe, era simplemente una forma de entender la vida. Con ella, con la vida, había firmado su único compromiso serio. El compromiso de vivir cada momento intensamente, dejando en un segundo plano todo aquello que él consideraba chorradas, aunque para mucha gente esas chorradas ocuparan los puestos más altos de sus listas de prioridades.
-"Pero en serio, que no te preocupes. Que tienes razón. Se acabó, si es que soy como un niño grande, pero en serio..."
En realidad, más que un compromiso con la vida, lo que había firmado Julián era un seguro contra la muerte. Puesto que todo algún día se iría al carajo, Julián prefería ser previsor y apurar cada instante al máximo, para que cuando vinieran las vacas flacas en ataúd y mirase atrás, hubiera cotizado algo más que dinero y estabilidad. Para este adolescente de 35 años lo único estable era la muerte que, lo quieras o no, nos espera a todos detrás de esos planes de hogar, poder y fama tan presentes en las agendas de tanta gente.
-"Esperanza, discúlpame, no quiero volver a molestarte, si es que..."
-"Julián, si no me molesta... No me entiendes, sólo te pido..."
-"Sí, que deje de comportarme así en horas de oficina. Si te entiendo, de verdad, si es que a veces..."
-"En horas de oficina, exacto... ¿Captas tú ahora?"
- "¿Cómo?"
-"Que si nos vamos a tomar algo..."
(Esta historia continuará... en miles de vidas)
Julián se estaba metiendo en un jardín, y a punto estaba de meterse también en un lío. El caso es que donde él quería meterse no había manera de hacerlo. Su compañera Esperanza, una rubia espectacular con la que compartía despacho, le acababa de llamar por teléfono para pedirle que, por favor, dejara de comportarse así en horas de oficina.
-"En serio, Espe, a veces se me olvida, y claro, cuando se me olvidan las dos cosas a la vez pues es cuando digo todas esas tonterías, pero vamos, que no te preocupes... Lo capto. O sea, que lo siento si te he molestado, pero que no es por nada, ¿captas? Solamente es eso, que soy un poco así, ya sabes, como que no sabes por dónde te voy a salir..."
Ni él mismo sabía por dónde iba a salir de ahí. Lo de Julián no era mala fe, era simplemente una forma de entender la vida. Con ella, con la vida, había firmado su único compromiso serio. El compromiso de vivir cada momento intensamente, dejando en un segundo plano todo aquello que él consideraba chorradas, aunque para mucha gente esas chorradas ocuparan los puestos más altos de sus listas de prioridades.
-"Pero en serio, que no te preocupes. Que tienes razón. Se acabó, si es que soy como un niño grande, pero en serio..."
En realidad, más que un compromiso con la vida, lo que había firmado Julián era un seguro contra la muerte. Puesto que todo algún día se iría al carajo, Julián prefería ser previsor y apurar cada instante al máximo, para que cuando vinieran las vacas flacas en ataúd y mirase atrás, hubiera cotizado algo más que dinero y estabilidad. Para este adolescente de 35 años lo único estable era la muerte que, lo quieras o no, nos espera a todos detrás de esos planes de hogar, poder y fama tan presentes en las agendas de tanta gente.
-"Esperanza, discúlpame, no quiero volver a molestarte, si es que..."
-"Julián, si no me molesta... No me entiendes, sólo te pido..."
-"Sí, que deje de comportarme así en horas de oficina. Si te entiendo, de verdad, si es que a veces..."
-"En horas de oficina, exacto... ¿Captas tú ahora?"
- "¿Cómo?"
-"Que si nos vamos a tomar algo..."
(Esta historia continuará... en miles de vidas)
7 comentarios:
la pena es ke no todos los Julianes captan ese tipo de cosas ...
Now put yourself into that garden! You Prez. Me Bauer.
Creo que algunos seremos adolescentes eternamente...
ojalá!!!
mmm... que sugerente... me recuerda a algo.... ah, no, a nada :P
Todos podemos ser Julián y Esperanza...Buen relato. Tengo Blog nuevo
http://jarvisey.blogspot.com/
Recuerdiños....
Paco Yarará expone lo siguiente:
Me ha gustado la manera de ligar en esa oficina. Quiero ser un Julián.
Tio, te he visto en la tele desde Sevilla, OTAN NO, BASES FUERA.
Terminé ayer el curso de AVID, donde tenia de compi a Laura, que conoce a Rober y que éste me conoce a mí. Culebrón total.
Me alegró mucho tu mensaje. Ya me pondré en contacto con vosotros un finde de estos, ok?
Un abrazo, Ximo!!
Publicar un comentario