Afortunadamente nunca sustenté todas mis emociones en el fútbol. El resultado de un partido no ha determinado ni mi cara ni mi ánimo del día siguiente. Pero siempre he querido disfrutar de los buenos partidos, participar de la intensidad de una buena competición. Apenas veo algunos encuentros del Mundial, la Liga de Campeones y esa especie de granja-escuela del fútbol olímpico. No soy de los que presumen de no tener ni idea de fútbol ni lanzaré piedras contra quienes viven apasionadamente cada jornada de liga. Porque las glorias deportivas son quizá la expresión más democrática de la cultura. Es para todos y a todos llega, y eso, a mi modo de ver, es esencialmente bello, aunque no se exhiba en museos.
La argumentación del "pan y circo" se difumina cuando reconocemos que ambos elementos, tanto el pan como el circo, nos gustan. Sobre todo si los juntamos los dos, y sobre todo si son gratis. Hay muchas clases de pan y muchos tipos de circo, cada cual come de alguno, y al que no le gusta el pan come galletas. Y cuando dicen que el fútbol es el opio del pueblo yo me pregunto si no se han dado cuenta de que hoy, más que nunca, el opio del pueblo es precisamente el opio... Qué te voy a contar. Algunos arremeten contra el fútbol porque es "de masas", pero en cuestión de alcohol y canutos se deben de imaginar en lo más alternativo de la exclusividad.
En fin, todo esto viene para justificar la carga emocional que había depositado en la final del Mundial y mi posterior decepción. El origen de todo es Zidane. Qué lástima. Lo expresaré mañana en mi fotolog, y a él me remitiré para no repetirme. Celebro la tibia victoria de Italia, después de todo era mi equipo favorito de pequeño (...carga emocional, qué importante es). Hasta dentro de cuatro años, se despide un sufrido espectador que desea lo mejor a la selección ganadora y a sus integrantes, coronados hoy como los mejores del mundo, la mayoría inmersos en el marrón de devolver la dignidad al fútbol italiano, cuyo olor a podrido llega hasta el patio de mi colegio de primaria, y allí todavía hay niños que sueñan con el fútbol... Menos mal que mis emociones no dependen de esto.
1 comentario:
Dos comentarios, Miguel:
1. Te amo.
2. El partido de Zidane, su penalti a lo panenka, su casi lesión de hombro, su vuelta al ruedo lesionado a lo Oliver Atton, su casi gol que le daba el mundial a Francia y, también, su extraordinario cabezazo a aquel enemigo que le llamó terrorista por su lugar de nacimiento, es el partido más grande de un jugador que jamás ví. Zizou es eterno. Jamás ví ni veré mayor arte en movimiento que los movimientos de este tipo en el Bernabéu.
Que Dios nos bendiga a todos.
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