16 agosto 2009

Vidas cruzadas

A Johannes W. Delzen, inventor del colutorio con sabor a tinto de verano, le tocó un viaje a Praga para dos personas. Preguntó si podía llevar a su perro como acompañante, pero las bases del concurso no lo permitían. El señor Delzen renunció al premio por considerar carente de interés viajar a un desierto en el que, según las mismas bases, podían declarar su premio. Desde entonces decidió mejorar su español.

Theresse Avignon acudió una mañana durante sus vacaciones en Marsella al ambulatorio más cercano con síntomas de gripe. El médico la derivó al hospital, donde le diagnosticaron la infección del virus H1N1. Murió horas después en el puerto, tras resbalar en unas escaleras. Un rico notario que pasaba por allí le preguntó si deseaba dejar testamento de viva voz, a lo que ella respondió con un sonoro y último estornudo.

Harry Latorre, productor de cine porno en Miami, se dirigía a casa de su madre en Key Biscayne con una tarta de cumpleaños. Tras llamar a la puerta tres veces y preocupado ante la falta de respuesta, decidió forzar la entrada. Encontró a la anciana ocupada con su caniche Rickymartin y decenas de botes vacíos de “Colutorio Delzen”, en el que la advertencia de “no ingerir” figuraba en alemán. La señora Latorre, que sólo hablaba inglés, saludó a su hijo con un “my birthday is tomorrow, asshole”.

Mariano Gorgojo, miembro número 36.718 del Colegio de Notarios de la República Checa, yacía moribundo en su mansión de South Beach, víctima de la gripe A. Arruinado tras perderlo todo en el “Latorre Party Complex” de Marsella, hizo trizas su declaración de testamento y entregó a su médico francés todo lo que le quedaba: un viaje a Praga para dos personas que había quedado desierto. El médico se llevó con él a un caniche abandonado con el hocico manchado de tarta de frambuesa.

A todos ellos les unía una circunstancia común: habían contratado Internet con Orange y les fue como el culo.

09 agosto 2009

Su salud y la de quienes le rodean

No tengas prisa. El mundo es ancho y nuestros sueños también. Mucho más que esa ranura de la máquina del tabaco. Si lanzamos la moneda y sale no, pasarás el resto de tus días reviviendo su giro en el aire, contando mentalmente caras y cruces e imaginando qué hubiera pasado ciento ochenta grados después, ciento ochenta grados antes. Y el tiempo no devuelve el cambio.

No es cuestión de azar, introduzca importe exacto. Es cuestión de despertar en esta pesadilla de las dudas. De responder a todas y cada una de las preguntas que formula tu piel cuando se aproxima a la mía. De resolver la ecuación de resultado exacto, con los milímetros contados a los que surgen las insalvables ganas de abrazarte. De completar la derivada en la que la incógnita eres tú, en la que la incógnita soy yo, y que gira y se complica en cada pausa para fumar. Esta situación perjudica seriamente la salud. Quizá también la de quienes nos rodean.

Por eso te digo que no tengas prisa. Yo también me acordaré de ti ante alguna puesta de sol.

08 agosto 2009

Terceto de buenas noches

Me empieza ya a dar pereza
escuchar esas historias
de tu fingida entereza.
Esas frases ilusorias,
tus elogios sin reproche,
los palos sin zanahorias.
Puedes subir a mi coche,
pero ya no hay recorrido
más allá de lo de anoche.
Si crees que estoy escocido
es que aún no me conoces.
Eres tú quien me ha elegido.
Tampoco busco más roces
que los que tuve con otras...
me da igual con quién retoces.